miércoles, 29 de octubre de 2025
Juguetes perdidos

Nace una estrella

El cierre de una trilogía que no sabíamos que necesitábamos.

[Crítica de cine]

•×Clara Chauvín

© Fotos MaXXXine

 

Hollywood. Su palabra remite al cine, pero también a todo un universo con una larga historia cargada de transgresión, poder y creatividad, glamour, descontrol y una divina decadencia. Todas sus dimensiones fascinan por igual. El escritor Kenneth Anger decía sobre esa industria cinematográfica incipiente a principios del siglo XX: “No pasarían muchos años sin que los predicadores de toda Norteamérica maldijeran a la colonia fílmica y sus derivados: Hollywood, California, se convertiría en sinónimo de Pecado. Los bienhechores de profesión marcarían con fuego la nueva Babilonia, cuya maléfica influencia rivalizaría con la legendaria depravación a la antigua; titulares acusadores y pontificadores editoriales condenarían por igual el Sexo, las Drogas y las Estrellas de Cine. Sin embargo, mientras los fanáticos organizadores exigían sangre y boicot, las masas, imperturbables, se agolpaban ante las taquillas en número día a día creciente”. 

Una fábrica de sueños donde llega Maxine Minx dispuesta a todo para alcanzar la meta a la que ella misma asegura estar destinada: convertirse en una estrella. Se trata de la protagonista de MaXXXine, la nueva película del director Ti West y el esperado cierre de la trilogía que inició con X y continuó en Pearl, y con la hipnótica actriz Mia Goth como el alma de la saga. Esta aventura que inició en 2022 con el estreno de las dos primeras partes, revolucionó el cine de terror valiéndose de todos sus estereotipos para llevarlos a nuevas posibilidades. 

La primera película X, ambientada a finales de la década del ‘70, cuenta la historia de un grupo de jóvenes cineastas que se instalan en el corazón de la zona rural de Texas para filmar una película porno amateur en Super 8 llamada “Las hijas del granjero”, en un momento en que la industria del cine para adultos se encontraba en pleno apogeo. Para esto, alquilan una granja a un matrimonio de ancianos ultra conservador, quienes ignoran cuáles son las actividades que realizan sus inquilinos. El patriarca del lugar es Howard, muy lejos de ser un anfitrión simpático con los visitantes, les exige discreción durante su estadía para no perturbar a su esposa Pearl, una misteriosa mujer que vive encerrada con severos problemas de salud, mientras en su televisor se reproduce una y otra vez el discurso de un predicador evangelista. Todo lo que pasará después se irá cocinando a fuego lento hasta explotar en nuestras caras, mezclando lo mejor del subgénero slasher con el terror rural, imposible de no remitirnos directamente a clásicos como The Texas chain saw massacre (La masacre de Texas) de Tobe Hooper. 

En esta película, Goth interpreta a dos personajes. Por un lado Maxine, una joven actriz porno con una fuerte sed de triunfo; por otro lado, y gracias a un excelente trabajo de maquillaje protésico, encarna también a la extraña anciana. Y su trabajo no terminó ahí. Cuando X fue estrenada, se anunció que la película formaría parte de una trilogía expandiendo la historia ya que simultáneamente se filmó Pearl, la precuela que se adentra en los orígenes de la psicópata anciana con la misma actriz protagónica. que además, sumaría un nuevo rol como guionista. 

         

Pearl transcurre en 1918, en la misma granja que su antecesora, pero en este caso con una fotografía y una estética directamente inspirada en el cine technicolor del Hollywood de los ‘40 y ‘50 al mejor estilo El mago de Oz, Cantando bajo la lluvia y Mary Poppins. Así conoceremos a una muy joven Pearl, hija de inmigrantes alemanes, quien vive en la granja con una madre autoritaria y ultrarreligiosa y un padre postrado en silla de ruedas con necesidad de cuidados en forma permanente, mientras espera el regreso de su marido que pelea en la Primera Guerra Mundial. La joven vive sus días en una realidad que ya no tolera y su mejor escape es ir al cine y sumergirse en el glamour de las películas, añorando algún día ella misma poder estar en la gran pantalla y convertirse en una celebridad, lejos de la monótona, gris y predecible vida rural de la que parece no poder escapar. Ella está convencida que su futuro es el estrellato y está dispuesta a todo para conseguirlo. “I’m a star” (“Soy una estrella”) se dice a sí misma como si fuese una especie de mantra para poder salir de su extrema frustración, aunque paralelamente encuentra fascinación torturando animales, odiando a su madre opresiva que no le permite salir de la casa para ir al cine y hasta abusando psicológicamente de su padre.

Además de sus clarísimas referencias cinematográficas, en ambas películas se presenta un importante hilo narrativo que tiene que ver con la historia del cine (y del cine porno que forma parte de la misma historia), desde sus orígenes hasta la proliferación del cine amateur e independiente de los ‘70 que vino de la mano de un mayor acceso al celuloide. Para 2024, llegó la esperadísima tercera parte, ubicada en la década del ‘80 con el auge del VHS y en el corazón de la Meca del cine.

Érase una vez en Hollywood

La tan esperada MaXXXine se desarrolla una década después de X. Estamos en 1985, la película del momento es St. Elmo’s Fire de Joel Schumacher y el ultraconservadurismo reinante en pleno gobierno de Ronald Reagan lleva a grupos religiosos y reaccionarios a protestar en las calles de Los Ángeles contra las perversidades de Hollywood. El film inicia con su protagonista asistiendo a una prueba de casting para la secuela “The puritan II”. Maxine alcanzó el estrellato dentro del cine porno, pero ya tiene más de 30 años y sabe que sus días en esa industria están contados. Por eso se empecina en poder actuar en películas de verdad y el género de terror es la mejor puerta de entrada, de la misma forma que lo hicieron actrices como Marilyn Chambers, la estrella primero del clásico porno chic de los ‘70 Detrás de la puerta verde (Behind the green door) y que luego protagonizó el film de horror Rabid de David Cronenberg. 

Paralelamente, la ciudad está conmocionada por una serie de sangrientos crímenes que parecen tratarse de un asesino serial a quien nombran como The night stalker (apodo inspirado en Richard Ramírez que entre 1984 y 1985 asesinó a 14 personas en Los Ángeles). Los noticieros y titulares le recomiendan a la población circular en grupo y evitar las altas horas de la noche. Sin embargo, no es algo que a Maxine la perturbe demasiado porque pareciera que enfrentarse a peligros es algo con lo que ya sabe lidiar. Pero un día su pasado regresa cuando recibe un VHS de una escena sexual de ella misma rodada diez años atrás en esa funesta granja convertida en un baño de sangre de la que escapó siendo la única sobreviviente. Sumado a esto, algunas de sus amigas y colegas trabajadoras sexuales son halladas asesinadas, víctimas también del Night stalker. 

Con una estética totalmente ochentera y una banda sonora que va desde ZZ Top a Frankie goes to Hollywood, la película está plagada de claros homenajes que remiten al giallo italiano de Dario Argento, películas como Vestida para matar (Dress to kill) de Brian de Palma o Hardcore de Paul Schrader y, por supuesto, Alfred Hitchcock en una escena que transcurre en el mismísimo set del Bates Motel de la película Psicosis (Pycho). Muchas referencias cinéfilas exquisitas a ese cine maldito que rompió convenciones y no titubeó para ir más allá de los límites. Un importante aspecto que esta trilogía se empeña en revalorizar y, a su vez, dirigirse a ese mismo destino de culto. En especial en una actualidad donde las superproducciones de la industria abundan entre reboots, secuelas infinitas y un aire conservador que recuerda a tiempos pasados y donde pareciese ya no es posible transgredir o escandalizar. 

La película dialoga e interpela este presente de correcciones políticas, algo que queda más en evidencia en una escena en que Maxine se reúne con Elizabeth Bender (Elizabeth Debicki), la directora de “The Puritan II”. La cineasta manifiesta lo impresionada que quedó con su prueba de casting y le confiesa que tuvo que pelear con los productores para tenerla en la película ya que era demasiado controversial contratar a una actriz porno. “Soy una artista. Esta ciudad es prejuiciosa con los artistas, se asusta hasta de su propia sombra cuando perturba al status quo. Quiero mostrar que debajo del brillo technicolor de los ‘50 las cosas estaban tan podridas como hoy”, expresa casi como una declaración de principios. 

Mientras tanto, y al igual que las dos películas anteriores, Mía Goth brilla en cada plano convirtiéndose en la nueva reina del cine de terror, metiéndose en la piel de un personaje que llega a revertir el estereotipo del personaje feminino que siempre es una víctima. “Nadie conocería a Elizabeth Short si no hubiese sido la Dalia Negra”, le dice una amiga a Maxine, haciendo referencia al sangriento crimen real que tuvo lugar en Hollywood en 1947. En los viejos slasher como Halloween o Pesadilla, la última sobreviviente siempre era una joven inocente, virgen y responsable. En cambio, la trilogía de Ti West enarbola una nueva final girl ambiciosa y que no teme en utilizar su capital erótico. A veces heroína pero también villana, si las circunstancias así la obligan, Maxine arrasa y explota en matices. Una reina de la Babilonia moderna conectada al linaje de esa divina decadencia fundacional de un Hollywood que nunca muere.

 

∆ {Curaduría por Equipo Circular}

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