martes, 2 de julio de 2024
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Son peligrosos y están llegando

Las teorías conspirativas, los fanatismos y los grupos antisistema ya estaban desde antes.

[El leitmotiv de la paranoia libertaria]

•×Javier Alejandro Gauna

© Fotos CIRCULAR y captura dela transmisión en vivo por YouTube del juicio a Darrel Brooks

La proliferación de teorías conspirativas puede ser atractivo como consumo irónico o incluso entretenimiento. Verdaderamente existe un gran mercado en las redes sociales que además es el mejor ámbito para el oportunismo de lucro. El peligro es que no todo el mundo reacciona igual y las consecuencias de la difusión masiva de mentiras, pseudociencia y paranoia, pueden ser considerables. Los ejemplos más recientes fueron los estragos credos por movimientos antivacunas, terraplanismo y teorías similares.

Así como estas corrientes descabelladas tuvieron su pico de popularidad, hubo una tendencia que fue creciendo en estos últimos años con expresiones radicales antisistema en Estados Unidos. La pandemia de COVID-19  que circuló en el mundo entre 2020 y 2022, fue el escenario disparador para quienes de manera desorganizada y no estructurada, sumaron adeptos. Se los identifica como Ciudadanos Soberanos, gente que no reconoce la autoridad de los Estados Nación y por lo tanto desconocen a sus estamentos y autoridades, incluyendo agentes de la Policía, jueces, funcionarios políticos y demás. En el país del norte, dicen que su única ley, es la “Ley de la tierra”, refiriéndose a la Constitución de los Estados Unidos de América y a los derechos “otorgados por Dios” en la declaración de derechos individuales. Se autodenominan “Hombres de la tierra” partiendo de una filosofía que los identifica como seres humanos que no tienen “contrato” con las entidades del Estado. A éstas últimas, las llaman “corporaciones”. Aducen que cualquier institución de gobierno sólo es una empresa privada en busca de etiquetar a las personas con nombres jurídicos con fines monetarios. Se declaran soberanos americanos, pero rechazan su ciudadanía Estadounidense.

El origen del movimiento es incierto, se cree que se relaciona con el hippismo tardío y ciertos movimientos anarcoecologistas de los 70’s ya que no tiene forma tradicional, ni líder, ni siquiera está registrado. Se trata simplemente, de personas que adoptan una postura política y la dispersan por las redes sociales. Esto lleva a que su funcionamiento tenga infinitas mutaciones y modus operandi. Muchos encontraron que Youtube podía ofrecer un buen negocio al viralizar videos donde estos individuos se enfrentaban a la Policía en simples casos de infracciones de tránsito alegando su derecho a circular y a viajar (4° Enmienda) sin necesidad de permiso para conducir, seguro o registro del vehículo. Luego, aparecieron los oportunistas que comenzaron a vender patentes falsas para identificar a sus automóviles como propiedad privada que no puede ser detenida ni confiscada, como también ofrecer pilas de papeles inútiles que según indicaron, son documentos legales que probarían su punto incluso citando casos y resoluciones de la Corte Suprema. Hasta se venden cursos por Internet para aprender el speech que “mágicamente” los libera de cualquier problema con las autoridades.

Obviamente nada de esto funciona y son repetidos los casos donde las peleas con la Policía transforman una simple multa de tránsito en un caso criminal por negarse a identificarse o aceptar órdenes de las autoridades, finalizando en la rotura de vidrios en los vehículos para extraer a las personas por la fuerza porque se resisten al arresto. Puede decirse que la mayoría usa este discurso como excusa para librarse de las penalidades por no tener los papeles al día, sin embargo, en otros casos sostienen que los jueces no tienen jurisdicción sobre ellos, que sus derechos son absolutos y su libertad personal tanto como su propiedad privada, son intocables sin importar contexto.

También existen variantes curiosas como los Moors, una autodenominada nación de afroamericanos protegidos por el Gobierno de Marruecos gracias a un tratado de 1789, que reconocía a los esclavos africanos como personas. Quienes se identifican con este movimiento, dicen ser embajadores extranjeros con inmunidad diplomática, cambian su nombre y hasta usan credenciales y pasaportes falsos, banderines de Marruecos e incluso el popular gorro Fez que los hace ver más como un Morocco Topo que como un dignatario de prestigio. En realidad, se trata de personas con serios problemas de salud mental y delirios de grandeza, que terminan gritando en una embajada cuando es puesta tras las rejas. El Gobierno de Marruecos ha negado cualquier tipo de relación con este grupo (no, manzana).

Una alarmante mayoría de los Ciudadanos Soberanos, profesan un fanatismo religioso al cual asocian sus creencias filosóficas y políticas. Su único juez reconocido es su Dios y las leyes provienen directamente de la Biblia, como las únicas figuras de autoridad ante las que responden. En más de un caso, hubo algún acusado que presentó a Jesús como su abogado ante la mirada atónita de los presentes, que incluso, hasta se tomaron un tiempo para ver si el mismísimo Mesías se hacía presente con su matrícula. Nadie respondió al llamado (Juro que esto realmente pasó).

Como toda tendencia viral, el movimiento fue creciendo en el último par de años y lo que originalmente se limitaba a casos simples, fue mutando hacia cuestiones más severas. Este argumento de Ciudadanos Soberanos que se creen por encima de la ley comenzó a ser usado para cualquier caso civil, ya sea evitar pagar alquileres atrasados, dejar de pasar la cuota alimentaria a hijos/as o reclamar tierras ajenas como propias. También aparecieron casos criminales, como violaciones, robos, violencia familiar y todo tipo de fechorías.

La estrategia es negarse a cooperar en todo, no identificarse, no presentar papeles, no pagar impuestos y a la hora de los problemas, tratar de dificultar cualquier proceso judicial que tengan en su contra. Entre sus argumentos señalan que presentar una identificación reconocida por el Estado, participar de una audiencia en un juzgado o incluso hablar con un Policía,  significa un contrato corporativo que no están dispuestos a otorgar. En Youtube, se ha formado una comunidad encargada de exponer los fraudes de estos Sovcits (abreviación en inglés), mostrando las inconsistencias argumentales en cada confrontación que se publica. Es importante entender que los Sovcits, no son los ciudadanos más brillantes que el mundo pueda ofrecer. El discurso es más bien un guión sin sentido, muchas veces contradictorio en sí mismo, que intenta usar terminología barata, referenciando leyes o tratados extintos que según ellos los justifica.

Los enojados con el sistema

Este discurso ha entrado con fuerza en la población con menos educación (similar al terraplanismo o antivacunas), los enojados con el sistema, las minorías oprimidas que ven en este movimiento una manera de rebelarse. El problema es que, como dijimos, sus argumentos son tan vacíos que sólo han generado miles de arrestos innecesarios para personas que no cuenta con las herramientas suficientes como para tener una defensa legítima de sus derechos fundamentales.

Algunos de los casos que tomaron conocimiento público a través de los medios de comunicación y de las redes sociales, mostraron debates en audiencias judiciales para discutir una multa de 20 dólares por no usar cinturón de seguridad o que ante un veredicto adverso, se pretendía elevar la sentencia a la Corte Suprema. Uno de los más resonantes, fue el de Max Pritchett, un joven deportista y rapero, que fue procesado por robo a mano armada estando en probation. La fiscalía le ofreció declararse culpable para evitar todo el proceso de juicio por jurados, lo cual es largo y costoso para el Estado, a cambio de reducir su pena a 20 años con posibilidad de libertad condicional a los 10 años. Como ya había cumplido casi 5 años de cárcel era una opción de libertad a corto plazo. Sin embargo, Pritchett estaba convencido de que su argumento soberano lo liberaría, y rechazó la intervención de un abogado defensor, discutió la autoridad del juez, del fiscal, y desafió la constitucionalidad de la Corte y su jurisdicción. El resultado fue culpable con condena de 35 años sin posibilidad de salida antes de cumplir como mínimo 20. Se ha discutido mucho sobre el nivel de peligrosidad de estas personas considerando que la mayoría usa argumentos poco sólidos, tan sólo con el fin de liberarse de multas y nada más.

Otro de los casos notorios fue el de Darrell Brooks en 2021, un hombre que luego de discutir y agredir físicamente a su ex novia, tomó su camioneta y salió acelerando hasta encontrarse con un desfile de Navidad repleto de gente, en su mayoría menores de edad. Con rabia desenfrenada, Brooks sólo atinó a apretar el acelerador y llevarse por delante el desfile dejando un saldo de seis muertos y sesenta y dos heridos. Fue hallado minutos después, al igual que su vehículo. Durante el juicio en Wisconsin, Brooks se encargó de desplegar todos los lineamientos del discurso soberano. Nunca mostró remordimiento, no pidió perdón, jamás dijo “yo no fui”. Su actuación durante semanas de juicio fue extenuante, Brooks trató de embarrar la cancha tanto como pudo ya que rechazó la representación legal del abogado defensor y fue él mismo quien llevó adelante su defensa, buscando y provocando la reacción de la jueza Jennifer Dorow, quien se mantuvo estoica ante los ataques de este misógino narcisista. Tuvo quejas constantes acerca de que el juicio no era justo, que hubo irregularidades y que sus derechos fueron cercenados. Finalmente, fue sentenciado a seis cadenas perpetuas consecutivas sin posibilidad de libertad condicional. Su juicio fue viral en las redes sociales con momentos que rayan lo bizarro, trágico y descabellado.

Recientemente el FBI se ha referido a este movimiento como un peligro inminente y los caracteriza como “terrorismo doméstico”. Lo cierto es que sus ideas atravesaron fronteras alcanzando países de Europa, Oceanía y el resto de América del Norte. No es casual que su influencia cale más profundo en sociedades capitalistas donde el individualismo y la propiedad privada son considerados sacrosantos. Ahí donde la desigualdad empobrece y margina, se cocina un caldo de cultivo para canalizar la bronca en expresiones anti sistema. Las formas que toma la defensa de esas ideas se da de modo desorganizado, sembrando el miedo conspirativo, apelando a la ignorancia, a la defensa de lo material y al individualismo acérrimo.

Argentina no está pasando su mejor momento, el desmantelamiento del sistema educativo y científico, la ausencia del Estado para ayudar a los desposeídos, el crecimiento de la violencia estatal, está creando un contexto sumamente propenso para la multiplicación de la paranoia y la agresión. En años recientes advertí sobre los peligros de la divulgación del terraplanismo en nuestro país cuyas ideas venían acompañadas de la pseudociencia, de los movimientos antivacunas, sistemas vende humo y estafadores.

Hace unos pocos meses en Argentina se informó de un caso de una familia que viajaba sin papeles. Su argumento: somos ciudadanos soberanos.

 

∆ {Curaduría por Equipo Circular}

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