¿Qué hay detrás de la decisión de migrar?
Migración, deseos y una identidad que viaja a cuestas.
•×María de los Milagros Delaloye*
[argentinxs por el mundo]
© Ilustración Nadia Sur | Fotos: Comunidad en Nueva Zelanda
En los últimos años, un número creciente de jóvenes argentinos ha optado por aventurarse en el extranjero a través de programas de Working Holiday o visas estacionales en países como Nueva Zelanda. Esta tendencia ha desencadenado una serie de preguntas sobre sus motivaciones, condiciones de vida en Argentina y cómo este fenómeno está influyendo en su percepción de la vida y el trabajo. Desde Circular conversamos con la psicóloga, María de los Milagros Delaloye. Entrerriana viviendo en Nueva Zelanda con quien exploramos algunas de estas cuestiones clave.
Las emigraciones siempre existieron, pero estos últimos años se han incrementado en Argentina, por numerosos factores, bien conocidos por todos, como ser la economía, la inseguridad, las diferencias políticas, la falta de oportunidades laborales, o de mejores posibilidades, el arrebato de derechos sociales, entre otros.
No obstante, como Psicóloga entrerriana que vive en Nueva Zelanda, me es de suma importancia mencionar factores psicológicos como la creencia de que puede existir otro modo de vivir (más allá del naturalizado o de lo vivido) la oportunidad de crecer en lo subjetivo-personal mediante nuevos estímulos, el desafío emocional de reconstruirse sin perder de vista la identidad y lo que a uno lo constituye como sujeto.
Detrás de la decisión de emigrar, existe un proceso interno silencioso, que comienza con el poder “verse más allá”, de las costumbres y de lo naturalizado en el pais donde se reside, y el poder plantearse preguntas que abran, por ejemplo; ¿Y por qué no?, ¿Por qué no irme a otro país? Estas preguntas representan la capacidad de visualizar y visualizarse pudiendo vivir una experiencia diferente y aprender de ella, con todos los riesgos que ello implica. Es la pregunta que abre puertas, que da lugar a las incertidumbres, a las dudas, al crecimiento, al descubrimiento y a la crisis de identidad.
Migrar no es fácil, ya que implica, no uno, sino varios duelos, de entre ellos, el duelo del hogar que se deja, los vínculos afectivos, el trabajo al que se renuncia, el barrio en el que se vive, los planes familiares o amistosos, las comidas, las comodidades, entre otras.
Implica también incertidumbre, porque por más que se desee fuertemente, no tenemos el control de la situación ni de lo que vaya a suceder en un contexto-país, que también desconocemos.
Detrás de la decisión, hay una historia subjetiva que atraviesa al migrante, y que es su identidad, la cual se verá conmocionada durante el viaje, por los choques culturales, por los duelos, las expectativas, las frustraciones, las nuevas costumbres y hábitos, la inestabilidad emocional , y tambien, por experimentar lo más ansiado, y con esto me refiero a: experimentar la seguridad, la estabilidad económica, el acceso a innumerables actividades , viajes, comodidades materiales, etc.
Si pensamos a la “migración” como nuevo paradigma de vida, no podemos desconocer que esta decisión es diferente para cada persona: para algunos pueden ser años viajando o viviendo en un mismo país, para otros puede ser “no volver nunca más al país de origen” o puede ser una experiencia que dure lo que tenga que durar. Así como también para otros, solo puede ser un viaje con diferentes destinos o un viaje de poca duración.
En síntesis, deconstruyamos la idea de que emigrar es algo totalmente enorme, porque pensarlo asi, genera que la decisión se transforme en algo inabarcable, tanto desde el pensarlo, decidirlo y tambien el habitarlo. Pensar en vivirlo gradualmente, ayudará a que las expectativas sean más reales y ajustadas a los recursos que se tengan y a la adaptación subjetiva que se viva.
∆ {Curaduría por Equipo Circular}
