jueves, 30 de octubre de 2025
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Los abusos en el psicoanálisis

Preguntale a cualquiera de tus amigas, tu tía, tu mamá, ni hablar tu abuela. Preguntale a tu compañera de laburo, a tu novia, seguro, te van a contar un par de abusos. Acosos, innumerables. El “Doctor Chinaski” fue la punta del iceberg que destapó una vez más nombres de varones que se nombran analistas y docentes. La Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader) fue uno de los escenarios denunciados donde se relata el horror, las faltas éticas graves, ejercicio de violencia y abuso de poder en el ámbito clínico y universitario. El machismo está en todos los ramos, incluso en el psicoanalisis. Lo académico e instruido no quita lo violento. “Los mensajes con testimonios son interminables. Tenemos mucho para pensar y hacer respecto de las violencias y abusos naturalizados enquistados en nuestros ámbitos académicos” dice Magalí Besson a Circular, desde la Red Federal de Psicólogas. Chinaski mientras tanto acumula denuncias públicas o en secreto de mujeres. Vale remarcar algo: no es tan fácil denunciar. Cortar con el blindaje de aquellos que tienen historiales de prácticas violentas. Porque si algo nos dejó esta época es saber que esa violencia no es privada: es nuestra.

[Abuso sexual, violencia, psicología, universidad]

  • × Ani Alegre

© Fotos Circular

 

Las denuncias por abuso y violencia sexual al psicólogo rosarino Javier Pérez, conocido en redes sociales como “Doctor Chinaski” tienen algunos días en la agenda de los medios. Ahora la Fiscalía de Paraná decidió abrir de oficio una investigación penal poniendo el foco en el tiempo en el que Chinaski se desempeñaba como docente en la carrera de Psicología de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Uader. El caso fue tomado por la Procuradora Adjunta, Mónica Carmona, quien lo derivará a una acusadora que integra la Unidad Fiscal de Género. Desde Circular pensamos esta trama con Magalí Besson, Psicoanalista, docente de post grado y supervisora clínica de la Dirección de Salud Mental de Santa Fe, es integrante además de la Red Federal de Psicólogas @redfedpsi

Esto que se ha conocido respecto de los abusos de poder de parte de docentes en el marco sobre todo universidades, pero también en algunos espacios de formación particular, tiene que ver justamente con el hecho de poder empezar a pensar, de la mano de una denuncia amplia, todo modo de abuso de poder que queda restringido a la escena más, podríamos decir privada o íntima del consultorio, donde sabemos que han ocurrido hechos de absoluta falta ética incurriendo en abusos de los más terribles, digo psicólogos, psicoanalistas que se involucran con sus pacientes, el hecho de hacer un uso de la transferencia en función de la producción de fascinación, seducción que luego sabemos produce formas de sometimiento muy graves, de diversos modos de manipulación del método, del encuadre, de los acuerdos establecidos en pos de  someter a quien está, sabemos, en una en una situación vulnerable, en una situación de indefensión o al menos en el marco de una relación asimétrica generando una dependencia con el analista, con el profesional, sea la corriente que sea”, dice Maga.

En el diálogo expresa que desde la Red se encontraron en las últimas semanas con situaciones muy intolerables a partir de un video que estuvo circulando y expone a Chinaski. Desde allí que psicólogas han decidido hacer de ese material, en el cual habla de la posibilidad según él autorizada por Freud, de que un analista descienda a su nivel para acceder al encuentro sexual con un paciente. “Coincidimos en poner un coto a algo que ya se venía planteando como un malestar muy fuerte desde el lado de muchas y unos pocos colegas también, pero sobre todo colegas mujeres que encontramos en este personaje un analizador o un síntoma de lo que es una situación más extendida y que incluye también a otros, porque como siempre ocurre en estos casos, cuando alguna situación de esta índole se visibiliza, empiezan a aparecer los testimonios. Planteando este hecho como absolutamente inadmisible reconocemos a la par, prácticas absolutamente repudiables, sancionables y que nos llevan a tener que pensar en una reconsideración muy profunda de cómo se han venido también legitimando algunas cuestiones. Quizás a veces por no poder alzar la voz, otras veces porque estos personajes cuentan con complicidades institucionales. Entonces, me parece que también invita lo que sucede, a hacer una revisión de cuáles vienen siendo ciertos umbrales de tolerancia de parte de las instituciones y los colectivos para con ciertas formas de divulgación, ciertas formas de ejercicio de la profesión dentro de los consultorios y también fuera desde el rol docente”.

 

Basado en hechos reales

La denuncia en redes resulta hoy una salida -poco distinguida- que elegimos algunas mujeres, no todas feministas, ni todas mujeres, algunas lesbianas, algunes trans, de hacer pública la denuncia de una situación en la que fuimos o nos sentimos violentadas en nuestra integridad sexual. Claro que tenemos quienes dudan y critican por falta de empatía y perspectiva de género, demandan entonces en el Poder Judicial para no reconocer la violencia de las escenas denunciadas.

“A partir de esta visibilización que se da del video de Chinaski es que se produce una ola de testimonios que van llegando a la Red Federal de Psicólogas, es una red donde muchas personas tienen la posibilidad de contar allí con una escucha y de que podamos estar pensando cómo canalizar, cómo viabilizar una demanda a diversos espacios institucionales que han sido quienes contuvieron de alguna forma estas acciones y quienes incluso en muchos casos no han generado oportuno freno, oportuna sanción” dice Besson y añade: “hay múltiples testimonios que están llegandoHay algunas cosas que ya están publicadas y se refiere a cuestiones tales como, por ejemplo, la remisión permanente de este docente, cuestiones de índole sexual, haciendo un ejercicio muy claramente intencionado a seducir a sus pacientes a las que conducía a encuentros por fuera de la facultad, a las que le ha replicado ante la demanda de estas alumnas de poder volver al plano académico que era lo que justamente motivaba el encuentro entre docentes y alumnos, frente a esto él ha respondido con expresiones muy violentas haciendo incluso mención de cuestiones sexuales abiertamente, obscenamente, por lo que generaba que esto se transformara en una tortura para quienes cursaban con él. Este es un caso dentro de otros en el cual quizás el estilo, el modo obsceno y extremo lo hace mucho más fácilmente acusable o detectable, pero existen otros modos que a veces son más sutiles, que son modos muy sofisticados de ejercicio del poder y de abuso de poder, que deja en muchos casos a las personas víctimas de estos abusos en situaciones de confusión”.

Antes de que un relato de violencia se haga público hay una chica, una mujer, una lesbiana, une trans, que pudo reconocer que eso que le pasó, que procesó como parte del paisaje emocional de su condición sexogenérica, que eso fue violencia y no se lo merecía, ni se lo buscó, ni es normal, ni está exagerando. Esta es la parte del relato que el recorte periodístico y el de las redes de Internet (abocadas al morbo y la sangría), ocultan: un proceso subjetivo, que en general se da de forma colectiva, de reconocerse en situación de víctima y a un otro (otros) en situación de victimario(s). Y, reconocerse en esa, es una mierda, te hace sentir mierda, te das cuenta de que fuiste mierda para alguien.

¿Qué connotación tiene el escrache cuando es ejercido por una persona que dispone de visibilidad mediática? Abrís Instagram, tiktok o prendes la tele y está. En la radio, el stream y está. Es amigo de rectores, del político ese y también de aquel, tiene banca ché, es un tipazo dicen los colegas varones que hacen caso omiso. Tiene mil amigos, tiene mil likes, tiene mil perfiles para hablarte a vos y a tus amigas. Y es que sí, los modelos de masculinidad e intelectualidad que todavía hoy persisten dan lugar a que esta práctica de la selectividad de los cuerpos sea posible, legítima o funcione en silencio. No importa si el psicoanalista reivindica a Freud, Lacan o Hegel, si se pega más con las políticas neoliberales, si es nac&pop, comunista o propone lecturas de clásico o modernista, hay estereotipos que están dinamizados desde la lógica patriarcal y chau. En el camino de desarmar los mecanismos naturalizados durante tanto tiempo no se salva casi nadie.

“Volviendo al caso puntual este a partir del cual se empieza a dar estado de abuso, te podría decir que las compañeras lo que declaran es haber vivido una tortura mientras los varones en muchos casos terminaban dejando la materia porque había una cuestión por un lado misógina de discriminación y ataque abierto hacia toda aquella mujer que no se subordinara a la seducción y a la vez, la otra escena que él quería plantear, que era la escena del abuso con una suerte de camaradería especial con aquella que no lo cuestionara y una impugnación y una indiferencia violenta hacia los varones de los cursos. Esto es muy grave y está normalizado” admite Magalí.

Es importante puntualizar en algo: el escrache es necesario no solamente porque denuncia la violencia machista sino porque empuja y corrompe los límites de lo decible, como sucede en el ámbito del psicoanálisis. Toma aquellos elementos relegados de forma adrede al espacio de lo privado y los pone en el foro público. Desmitifica las figuras de la retórica patriarcal y las invierte: todo aquello que es pronunciado, todo argumento que se usa para tejer las redes que nos retienen en relaciones enfermizas y violentas, es vuelto a enunciar en tono de repudio.

Acoso sexual en el consultorio

 “Hay un debate en el marco o dentro del campo psicoanalítico con referencia a si es o no necesario estar planteando estos marcos referenciales en los articulados legales. Es bochornoso, es bochornoso pensar que había una legalidad o una ética psicoanalítica que nos convirtiera en sujetos paraciviles, que podríamos estar exceptuados. De esa necesaria referencia legal – jurídica. Por supuesto, los colegios profesionales y la Federación de Psicólogos de la República Argentina, cuenta con un código deontológico. Hay un código ético que prescribe, digamos, que prohíbe las mismas cuestiones que este muchacho, Javier Pérez, estaba planteando en esta intervención mediática que era posible que un psicólogo hiciera, porque queda a criterio de cada psicólogo”.

Lo que dice Maga desde la Red Federal de Psicólogas reafirma un hecho impostergable; la necesidad de cuestionar las prácticas profesionales desde una formación en ética y deontología que permita gestionar las juridicidades que pueden resultar de transgresiones como las mencionadas. Las legalidades propias de los Códigos de Ética Profesional constituyen uno de los parámetros aplicables. ¿Es suficiente contar con ellos, si la formación universitaria no incluye sistemáticamente el debate acerca de estos temas? El acoso sexual, desmentido por el acosador, planifica el abuso de su poder con la complicidad de la institución que consagra su impunidad.

“Esta es una muestra representativa de un fenómeno mucho más extendido que se va produciendo con distintas expresiones, algunas son los abusos en el marco de las aulas y es la prueba patente de la ausencia de perspectiva de género, pero yo diría de algo que es más básico todavía y que tiene que ver con la ética mínima exigible, digamos, en el trato con un semejante, ¿no? Por supuesto que esto queda reforzado por las miradas machistas y sabemos que el patriarcado es antiético per se. Tiene un núcleo antiético porque justamente como dicen en la película Belén, es esa voluntad de adueñarse de todo y en esa voluntad de adueñarse de todo se lleva a los otros puestos. Y me parece que justamente este tipo de colegas pretendiendo ejercer su profesión, ya sea en el campo educativo como en el campo clínico, pensando que se puede prescindir de estos marcos o pensando que el único marco es el de la letra de Freud, también habla de una situación grave que predispone a la naturalización, la normalización de pequeños y grandes abusos”.

Los recursos para reparar lo dañado siguen siendo, aunque variados, pobres y escasos. Porque la violencia machista no se resuelve después, sino antes de que suceda, sin que suceda. Y para eso hay que tener perspectiva de género, protocolos, Ley Micaela y una Educación Sexual Integral que posibilite cortar con el blindaje de aquellos que tienen historiales de prácticas violentas. Magalí comenta que junto a integrantes de la red realizaron una presentación formal además de reunir firmas y testimonios de las víctimas directas. Asimismo, están generando el espacio y los canales para poder publicar hechos y luego ir pensando en cada caso en particular para establecer denuncias que quizás han sido hechas ya en su momento hacia instituciones en las que no han hecho nada. “También me parece que hay otro plano que tiene que ver con cierta sensibilización y creo que apuntas a eso cuando planteas la cuestión formativa y es una tarea fundamental la que tienen las universidades, las facultades. Luego, bueno, proliferan los espacios particulares también de forma, pero me parece que si desde la misma facultad, esto digo a título personal, se puede ir generando desde el comienzo de la carrera una perspectiva que ponga el acento fuertemente en la ética y en la perspectiva de género y que pueda acentuar o subrayar esa dimensión ética de nuestras prácticas como un ejercicio de prevención fundamental”.

“Sabemos que en muchos casos no es posible quizás la reparación y en tanto no hay por parte de los sujetos que incurren en acosos, en violencias y en abusos, una posibilidad quizás de rectificación genuina y de responsabilización en sus actos y de consecuente sentimiento de culpa genuino por lo producido en la víctima, pero allí donde lo hay, bueno, bienvenida a la posibilidad de la revisión. Entonces, tenemos que poder estar pensando en evitar que las víctimas o posibles víctimas sigan quedando expuestas a los agresores y fundamental el trabajo preventivo, el trabajo de sensibilización y como vos decías, poder estar educando ya desde un comienzo. Algunos analistas me dirán, bueno, el deseo no se educa, no sí, chicos, sí. Si todas anduviéramos con nuestros deseos totalmente ineducados, esto sería peor de lo que es y a esto hay que sumarle que hay un clima social de crueldad donde parece que cualquier reclamo ético rápidamente se le baja el precio diciendo que es una moralina qué contribuye con la normalización de este tipo de violencia. Pero bueno, me parece que es de un trabajo preventivo y de sensibilización podemos estar combatiendo frente a otros discursos y trabajando con quienes van a desempeñarse, digamos”.

No hay juicio moral. Tampoco hay manera de evadir la ineludible relación de fuerzas que se pone en juego en estos casos. Son uno atrás de otro. En este campo de letras, vulnerabilidad y deseo, el patriarcado tiene más de dos caras. Tiene la cara de la academia, la de los grupos de estudio, la de los clínicos de consultorio y la de los influencer de stream. Pero también tiene la cara de esos despreciables personajes de cartón que quieren entrar su masculinidad en las vísceras más jóvenes de quienes recién ingresan al psicoanálisis, sea donde sea.  Claro que podemos pensar que cada violencia que desnaturalizamos es posible reubicarla, releerla en su contexto, para que su extrañamiento no nos encuentre mintiendo que no vivíamos nosotras también en ese mundo violento. Sabemos que no todas las violencias son lo mismo ¿es lo mismo tocarle la cola a tu sobrina sin permiso que ponerle el pene en la cara a alguien? ¿es lo mismo acosar a una alumna y violentar a una paciente dentro de un consultorio porque no hay consentimiento? ¿todas están escenas son reparadoras? ¿ellos cuándo van a decir algo?

 

∆ {Curaduría por Equipo Circular}

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