Israel y la política de domesticación
La política de la violencia internacional surca la historia de Medio Oriente. Asistimos a una guerra que por el tipo de orden será el marco que regulará las relaciones internacionales y las formas de acumulación del capital colonizador de éste tiempo.
[Medio Oriente, Israel, Palestina, guerra, colonización, política, lenguaje]
•×Ani Alegre
© Fotos Tadeo Bourbon / Mustafa Hassona para Agencia Anadolu
Las bombas nos caen al lado; los recursos naturales se han devastado: ahora mismo se arrasa con cualquier límite; se espectacularizan los dispositivos de muerte; se construyen bombas nucleares amenazantes para el futuro de la humanidad; se reproducen imágenes de niños y niñas ensangrentados en millones de celulares; crecen las especulaciones financieras; los responsables políticos se miden por redes sociales; la inteligencia artificial trabaja para elaborar fantasías de victorias o derrotas absolutas; aumenta el hambre como consecuencia de los que deciden qué ingresa en territorio de disputa; ese mismo territorio es acorralado previamente por las manos homicidas de un estado que afirma bloquear la barbarie en nombre de la democracia; se hunden y se consumen los cuerpos vivos bajo los escombros; caminan desorbitadas las almas heridas de por vida con sus hijos en brazos. Agoniza el mundo y la posibilidad de la vida en común, tambalea.
El conflicto actual en Medio Oriente cambia de eje todo el tiempo y las conclusiones y análisis nos obligan a desandar la cornisa de la incertidumbre, en la que naturalmente, nos meten una operación militar en pleno desarrollo y de vasto alcance. Said Chaya es Doctor en Relaciones Internacionales (UNR). Director de las carreras de Ciencia Política y Relaciones Internacionales y del Núcleo de Estudios de Medio Oriente de la Universidad Austral y nos comparte, en este artículo, una mirada precisa sobre lo que está ocurriendo en una parte del mundo que aunque parece lejana, es una de las pistas para mirar el futuro de la humanidad.
¿Qué tono usar para hablar de Medio Oriente, ese espacio geográfico, político, social, cultural, inmerso en múltiples violencias?
“Para conocer la región es necesario poder entender que la principal característica que tiene es la diversidad, es una región profundamente diversa, contrario a lo que se piensa o se percibe de Oriente como si fuera monolítico en la unidad. Y en esa riqueza de la diversidad es muy difícil encontrar liderazgos comunes, es una región que tiene desviva más que dirección, no tiene un timón claro porque esta diversidad hace que coexistan diferentes fuerzas que quieren llevar a la región a un lugar y a otro. Entonces la cuestión de liderazgo nacional siempre va a ser una cuestión es disputa y eso genera lógicamente roces, problemas, conflictos que vemos en la actualidad. Comprender a la diversidad y sus consecuencias son claves para entender a la región”, enfatiza Said.
Crear el escenario
Desde el inicio de la guerra se han fijado objetivos de máxima, que no eran solo discursos de extremistas. El conflicto palestino-israelí adquiere lenguaje y se enuncia a partir de una serie de relaciones intercaladas que tienen lugar en el marco de los colonialismos constitutivos de la modernidad y del actual mapa del Medio Oriente utilizando la geografía para reforzar el etno-nacionalismo. En esta línea, Chaya afirma en la entrevista con circular.ar que toda política exterior en Medio Oriente está muy atada a los hechos nacionales y en este caso Israel no es la excepción. “Hay una cita que señala que toda política exterior israelí es política doméstica y justamente después de octubre Israel ha estado buscando como expandir su doctrina de seguridad nacional, es decir, como vivir dentro de las fronteras seguras. No estoy de acuerdo con esta estrategia, pero la posición que tienen es que una forma de alcanzar esto, es aprovechar este momento de indiscutida superioridad tecnológico militar para acabar con los enemigos y expandir la doctrina de seguridad a cualquier precio porque es un momento que quizás no se repita en la historia. Israel está buscando excusas para poder atacar a sus vecinos, para poder desmantelar a Hezbollah, para poder aplastar a Hamás en Gaza, a pesar de que está acusado de genocidio y a pesar de que la mención de Israel como estado esté en el piso históricamente. No interesa internacionalmente cuales el impacto que pueda tener, sino que lo importante es la expansión de esa doctrina que entienden como una necesidad vital, como una seguridad vital”.
Sobre el término escalada, que tanto se pronuncia por estas horas, Said rebela que es muy importante tener en cuenta que las guerras del S XXI se marcan en esta suerte de dinámica de escalada y baja intensidad, se van sucediendo como si fueran capítulos de libros o episodios de series donde los conflictos no solamente son más largos que los que estábamos acostumbrados a ver en el siglo anterior, sino que también se desarrollan de otra manera, como si tuvieran una suerte de hitos que van acelerándose, profundizándose y diversificándose y volviendo más complejo el conflicto en sí. Entonces, gran parte de lo que hemos visto con la guerra de Gaza, sin duda este hecho de la relación con Irán se enmarca dentro de la guerra de Gaza, es simplemente otro capítulo.
Israel insiste en la supremacía militar en la región, pero a la vez, como todo proyecto colonial, se presenta discursivamente como una población superior y más civilizada, de ahí se sustancia el relato que habilita a su vez las prácticas de opresión, discriminación y asesinato transformándolas en prácticas de defensa y venganza. “Netanyahu está aprovechando un momento de ventaja doméstica sin importarle cual va a ser la consecuencia internacional de esto, aunque la consecuencia sea la detonación del sistema liberal internacional, aunque la consecuencia sea la muerte de 50 mil palestinos en Gaza, aunque la consecuencia sea la muerte de 5 mil libaneses en el sur del Líbano, aunque eso implique bombardear instalaciones en Irán y dejar a la región al borde de una nueva guerra mundial. No interesa porque en este momento lo que importa es la política doméstica, importa la expansión de su doctrina de seguridad a nivel regional” explica Chaya.
La idea de “tierra prometida”
Si bien lo de “tierra santa” es un hilo conductor que enlaza a las religiones Abrahámicas, es decir al monoteísmo en sus tres grandes vertientes: judaísmo, cristianismo e islam. Esa porción de tierra para los estados, es mucho más que un territorio, ya que se manifiestan allí cuestiones religiosas, espirituales, morales, ideológicas, históricas y políticas, es decir casi todo su acervo simbólico-cultural. En los últimos años, la disputa por el sentido es crucial y se juega no solo en las calles, con manifestaciones alrededor del mundo —en apoyo a Israel o a Palestina— sino en las redes y en los medios tradicionales que tratan de imponer el acervo religioso como el núcleo simbólico de los ataques.
Al respecto dice Said Chaya: “Cuando el conflicto Palestina Israelí es planteado en términos únicamente religiosos desde el sentido del odio religioso, es porque están vendiendo pescado podrido, la persona con la que unos estás hablando está tratando de manipular discursivamente la cuestión para entender de qué se trata de la última guerra final de la humanidad y de una guerra civilizatoria y esto no es una guerra civilizatoria, esta es una guerra, que por supuesto en la región los valores religiosos tienen una importancia de fondo grave, hacen a la identidad, no niego ese factor. Pero decir que esta guerra tiene una motivación pura o principalmente religiosa es faltar a la verdad.
Agrega también que estamos frente a un problema sobre un territorio que lleva ocupado más de 50 décadas y una población sometida a una situación de enormes violencias y esa situación tiene que acabar, tiene que ser la garantía que le permita a Israel vivir dentro de las fronteras seguras. “Lo primero que hay que lograr es que Israel deje los territorios ocupados y ese es el motivo del enfrentamiento y la retórica a la que ha llevado a la región a este estado de situación y ese no es un motivo religioso, es un motivo geopolítico, es un motivo territorial. Hay un problema de violación al derecho internacional de los último 70 años y a eso hay que corregirlo”, afirma.
Es importante a la vez distinguir que Israel es una potencia colonial con la particularidad de que se muestra como víctima de esa población ocupada, oculta quién es verdaderamente la potencia colonial ocupante y reproduce una vida desnuda que es matable sin ningún tipo de consecuencias. Hemos asistido a noticias en medios de comunicación de Occidente que afirmaron sin ningún tipo de vergüenza, que es legítimo que Israel extermine a Hamas, ignorando la legalidad internacional de la resistencia armada frente a una potencia ocupante. Cabe mencionar entonces lo que se denomina como “nazificación” y que en el relato político israelí coexiste como una vida que es descartable lo que habilita a que el otro o la otra se transforme en un ser exterminable. Se trata de la figura del homo sacer (hombre sagrado) que elabora Agamben: aquel que es matable y cuya muerte no constituye un crimen. Esta nazificación oculta lo evidente.
“Hamás tiene una discursividad religiosa, Irán tiene una discursividad religiosa, pero surgen en determinados contextos de lucha. Uno puede estar de acuerdo o no estar de acuerdo con esas herramientas de lucha por supuesto, pero surgen en un contexto determinado de expresión y eso también hay que decirlo”, agrega Said.
Sobre la intervención norteamericana y el posicionamiento argentino
No sirve mirar la anterior gestión de Trump en los Estados Unidos en comparación con la actual porque se dio vuelta todo, y en un giro de notable apoyo a Israel, Trump ejecutó un bombardeo a facilidades nucleares iraníes. Chaya insiste en ampliar la perspectiva para preguntarnos sobre el rol de los EEUU en Medio Oriente y destaca: “ha cumplido un papel fundamental dentro de la región articulando lealtades, alianzas, oponiéndose a los poderes regionales que eventualmente surgían. Se opuso a la figura de Nacer que un momento alimentó, se opuso a la figura de Sadam Hussein que en un momento alimentó y junto con eso se hallaba en un proceso de retiro de la región para concentrar sus recursos en lo que es la zona del mar de China y el Índico, sin embargo, entendió la importancia de este conflicto porque ha decidido volver a la región y esta es una puja que está estableciendo para recuperar su iniciativa a nivel mundial”.
Said analiza el mapa global y describe que Europa está en un momento de debate, China ha decidido no involucrarse y Putin no está mejor que Netanyahu a nivel mundial, así que lo que está haciendo Trump es una presidencia muy distinta a la anterior, por lo menos en las manifestaciones de su política exterior, es decir que EEUU va a demostrar su liderazgo y por eso ha decidido involucrarse y volver a la mesa. Para él este nuevo episodio tiene algunos factores positivos y es el hecho de que, aunque Israel en los últimos años ha ganado un gran margen de autonomía en su decisión internacional, EEUU sigue siendo el único país capaz de disciplinar a Israel en la región.
“Estos desmanes y estas exageraciones que ha decidido Trump cómo bombardear a Irán, de cierta forma han servido para contentar a Israel y para poder contener a Israel. EEUU sigue siendo el único actor que puede contener a Israel, entonces su participación en los temas de Medio Oriente es importante, es difícil, no es popular su opinión, pero es el único que puede contener a ese actor que hoy está en un proceso expansivo a cualquier precio. ¿Es incómoda la presencia de EEUU en la región? Si lo es, pero al mismo tiempo es casi necesaria en un proceso como este, en el que Israel parece estar desbocado buscando su propio interés y EEUU lo contiene”.
“Irán es un enemigo de Argentina”, afirmó Milei hace algunos días en plena escalada bélica. Dijo también que Israel “está haciendo el trabajo sucio que no hacen otros” y se denominó nuevamente como “El primer presidente judío espiritualmente”. Vale recordar además su controvertible discurso ante la Knéset, el parlamento israelí, amparando al gobierno sionista, arremetiendo contra el “wokismo internacional” y anunciando el traslado de la embajada argentina a Jerusalén. De hecho, en una ceremonia, Netanyahu y Milei firmaron un memorando para reforzar las relaciones entre Israel y nuestro país –que incluye acuerdos de Defensa.
“Sin estar de acuerdo yo con el posicionamiento de Milei, creo que es un error, hay que reconocer que en la campaña ningún otro candidato habló de política exterior con la claridad con la que lo hizo Javier Milei. Habló de esto varias veces dijo que iba a buscar una alianza privilegiada con Israel y EEUU. En este sentido el presidente tuvo un discurso sólido y ese discurso fue revalidado en las urnas”, analiza Chaya y agrega: “Creo que es errado, no va con la posición histórica de este país, no condice con el posicionamiento regional que ha tenido la Argentina en los últimos 70 años, no contribuye al escenario de pacificación internacional, no contribuye a la posibilidad de que hagamos negocios internacionales en esa región donde hay una cierta liquidez que nos podría beneficiar”.
Contra la violencia y el fervor identitario
Consciente de lo que significa la lucha cotidiana queda el abrazo de la palabra en las pequeñas y contundentes victorias de los días. Podemos agudizar la sensibilidad, criticar la violencia y enfrentar los relatos dominantes pretendiendo una opinión pública que logre ensordecer al poder colonial de Medio Oriente para que los hechos y sus mentores sean enunciados como lo que son: asesinos de niños y niñas, evenenadores de agua, homicidas.
“A veces solemos ubicar a Medio Oriente como un lugar dentro del exotismo y creo que lo que hay que hacer es vencer esas barreras del exotismo y para eso es necesario un diálogo, el acceso al conocimiento y en este momento Argentina no está contribuyendo a eso. Creo que lo lógico es que nuestro país adopte un posicionamiento que permita acercarnos a las partes y contribuir a la estabilidad internacional de esa región en particular”, concluye Said Chaya.
Rituales ancestrales, pueblos que resisten al colonialismo histórico y actual, literatura y obstinación. El idish, lengua de la diáspora, sin nación ni Estado, altera la vanidad de una identidad (étnica, cultural, nacional) homogénea y absorta, y respalda una identidad interrumpida por la alteridad, por la dispersión de lo propio en favor de lo múltiple. Quizá por ello fue despreciada por Israel cuando reformó el hebreo para volverla una lengua de uso cotidiano y, con esto, la “verdadera” lengua judía. “Donde la identidad está abierta a la pluralidad / no es un fuerte ni una trinchera” escribe en un halo de esperanza Edward Said en su poema A Contrapuntal Reading.