viernes, 16 de mayo de 2025
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Si hay desaparecidas, hay desaparecedores

Un represor cerca

[Dictadura, juicios de lesa, memoria colectiva]

•×Ani Alegre

© Fotos: imágenes de archivo y muestra “una foto, una época” de Eduardo Longoni

 

Si hay desaparecidos hay desaparecedores, enunciaron las madres ante el negacionismo de los genocidas. Si hay desaparecidos hay desaparecedores dijeron abuelas, familiares, amigos y amigas, militantes, hermanos, tías, familias enteras. Si hay desaparecidas hay desaparecedores musitaban mientras buscaban, investigaban, anotaban en papeles, libretas, servilletas, el registro de cada paso que pudiera acercarlos de nuevo, aportar al menos algo de información sobre el paradero de sus hijos e hijas, nietos y nietas secuestradas desaparecidas.

49 años pasaron desde aquel 24 de marzo de 1976, momento en el que las FF. AA, apoyadas por civiles, ejecutaron un golpe de Estado. Si hay desaparecidos hay desaparecedores desde aquel día. En nuestras calles, en nuestras ciudades, en nuestros barrios. Similitudes, cercanías, proximidad, infinitas conexiones. Hay imágenes de las y los desaparecidos, fotos tipo carnet que cuelgan del cuello de mujeres con pañuelos blancos, hay paredes empapeladas que enuncian fueron 30 mil, hay recuerdos que ajustician vidas en el pecho de las madres que no tienen una tumba donde llorar. Si hay desaparecidas hay desaparecedores. Fotos en serie, bebés robados, caras jóvenes nunca más vistas, hay quienes reclaman inagotablemente, las que no se cansan, los que buscan, que preguntan. Hay quienes trazan un círculo en la plaza y son corridos por la policía e ignorados por la curia. Si hay desaparecidos hay desaparecedores. Hay también quienes vuelven, insisten, siguen caminando. Hay silencio, pactos y complicidad, archivos intocables, represión, la reminiscencia y retorno de los chicos de Malvinas, el trauma y los suicidios. Hay frases que quedaron impresas para siempre en la memoria colectiva: “Si no están, no existen, y como no existen no están. Los desaparecidos son eso, desaparecidos; no están ni vivos ni muertos; están desaparecidos”. 

Si hay desaparecidos hay desaparecedores. Están las cejas de Massera, Walsh y un fusilado que vive, las orejas de Martínez de Hoz, el exilio de Juan Gelman, los tics nerviosos de Videla, quema de libros, el boleto universitario, el gesto ausente de Agosti, la mirada torva de Astiz. Hay partidos políticos, universidades públicas, Plaza de Mayo, policías y caballos que corren persiguiendo a la gente.

Teresita Soria, fue desaparecida en 1977, nacida en Pueblo Liebig, graduada como Ingeniera Química. Jorge Gerónimo Capitán, fue desaparecedor. Represor acusado por privaciones ilegítimas de la libertad, torturas, violaciones y homicidios. Cumplió hasta hace unos meses su condena en un hogar de residencia de adultos mayores en Pueblo Liebig. Tiene prisión domiciliaria por parte psiquiátrico, se alojaba a media cuadra de donde nació Teresita. Paradójicamente vivía en la esquina de la calle que hoy lleva su nombre “Pasaje Teresita Soria”. Si hay desaparecidas hay desaparecedores. 

Frente a la máquina del exterminio y su lengua clandestina en Argentina muchas, muchísimas personas, sostuvieron la memoria. En nuestro país, en Entre Ríos y en nuestras ciudades de la costa del Uruguay, las y los sobrevivientes, abuelas, familiares, expresos políticos, construyeron el primer archivo Nacional, testimoniaron una y otra vez por más de 20 años ante organismos internacionales, juzgados y organizaciones de derechos humanos sobre el horror de los campos, las cárceles, los represores, torturadores, su jerarquía y funciones. Escuchamos los tormentos padecidos, cómo se llevaron a Teresita, su compañero Jorge Sklate y su hijo Juan Pablo, aquella madrugada del 8 de junio y nunca supimos más nada de ella. Sabemos quién es Capitan, auxiliar de la Jefatura de Operaciones de Tucumán, quien realizó un aporte esencial para el funcionamiento del centro clandestino de detención La Escuelita durante 1975. Militar retirado al que se le adjudicaron homicidios triplemente agravados, torturas, vejaciones y participación en secuestros, crímenes contra la mujer y violencia de género. Capitán tenía como compañeros de causa a otros 31 militares, entre quienes se contaban Jorge Rafael Videla y los primos hermanos Mario Benjamín y Luciano Benjamín Menéndez, por los crímenes cometidos durante el Operativo Independencia, en la provincia de Tucumán.

Si hay desaparecidas hay desaparecedores. Hay también historias militantes, de pasiones, solidaridad, de conciencia de clase, de lucha por un mundo mejor, de ideologías, aquellas que el Golpe de Estado buscó borrar del mapa, aniquilar, enterrar. Amores que aún perviven en las bocas, banderas que alcanzan las plazas de toda una patria, cartas gestando lenguaje que importunan a un Jorge Capitan , imágenes que calan ausencias, nombres que seguimos buscando, bebés nacidos del vientre de madres torturadas que incomodan la mentira y el engaño allí donde brota la identidad. Historias que pueblan la memoria colectiva. Voces que florecen la dignificación que quisieron arrebatar. Juicios de lesa que otorgan dimensión de la verdad y también de la decencia. Hechos, que 49 años después, no reparan por sí solos pero viven, resisten, insisten.

 

Un represor cerca

Saber que está en el Departamento Colón y más aún que habita hoy en los lugares donde Teresita se crió, es un montón. Jorge Capitán anda por acá, cerca, al igual que un montón de genocidas que llegaron a la provincia de Entre Ríos para pisar nuestras riberas, hurgar nuestros días, esconderse en nuestras tierras y permanecer impunes. Pero “hay una condena moral que excede a la judicial. En términos sociales, se presenta como la imposibilidad de volver a vivir juntos. Su lugar en la sociedad es un lugar de extranjero. Aparece la idea de que es necesario construir una frontera que nos separe de ellos”, escribe Valentina Salvi, investigadora del Conicet y directora del Núcleo de Estudios sobre Memoria del Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES).

Desde CIRCULAR entrevistamos a la auxiliar fiscal del Tribunal Oral Federal de Tucumán, Valentina García Salemi, para conocer a Jorge Capitan.

 

C- ¿Quién es Capitan?

VGS- Es un ex militar que, en nuestro país, participó desde febrero del 75 del Operativo Independencia que comienza a implementarse y se va a dispersar por todo el país hasta 1983. Por entonces, Capitan trabajaba en el comando de la Quinta Brigada de Infantería de Tucumán como militar, era la cabeza central de mayor poder instalada desde el ejército. Era parte de ese esquema, específicamente en lo que se conoce dentro de las estructuras militares, con responsabilidad en el grupo que se llama el G3, este grupo es el que organiza las operaciones militares, él es uno de los encargados de implementar las acciones represivas en la zona de operaciones principalmente yendo hacia el sur de la provincia en donde prácticamente se militarizó todo a través del Operativo Independencia. Por supuesto siempre con el objetivo de aniquilar al opositor político con la excusa de sofocar o devastar entre comillas elementos subversivos que hubiese en la provincia. Bueno ese era el rol de Capitan, un rol importante como Mayor del Ejército y posteriormente va a ser parte de varias causas extendidas en el golpe de Estado en todo el país con el sistema represivo de plan sistemático y que todos conocemos con más de 800 centros clandestinos en todo el país con 30.000 desaparecidos y desaparecidas, muchos más torturados, muchos exiliados, personas asesinadas. Fue también desde el 19 de abril del 76 hasta 20 de febrero del 77 interventor militar en la Federación de Obreros de Trabajadores de Industrias de Tucumán. Recordemos que la mayor cantidad de víctimas que nosotros tenemos aquí en la provincia justamente eran trabajadores, trabajadoras y sindicalistas vinculados a esta trama laboral.

C- ¿Cuál es su causa o sus causas?

VGS- Está acusado en este marco por el Ministerio Público Federal de Tucumán en la causa que se llamó Operativo Independencia a la pena de 16 años de prisión e inhabilitación absoluta por ser autor material de delitos muy graves y todos constitutivos como lesa humanidad incluyendo tormentos agravados por homicidios triplemente agravados, todo el concurso real, por supuesto con el delito de asociación ilícita como integrante de esa asociación, participación criminal. 

C- ¿Por qué no está en la cárcel común?

VGS- En el marco de esta causa en diciembre del 2023 por razones de salud probadas, pero digo probadas y porque hubo junta médica en donde todas las partes participamos con nuestros peritos, se determinó que no estaba en condiciones de salud para seguir afrontando y se le otorga la modalidad de prisión preventiva que sería la medida cautelar, que hay en estos casos. Hasta tanto queden firmes las sentencias tiene arresto domiciliario en razón de su avanzada edad y su salud particularmente.

C- ¿Hay una diferencia concreta entre un represor y un genocida, una figura judicial o se trata de una cuestión semántica del concepto?

VGS- Para entender la diferencia: tenés delitos internacionales como crímenes de lesa humanidad y guerra que en sí pertenecen a una convención específica internacional que firmaron y adhirieron muchos tratados internacionales de derechos humanos del genocidio propiamente dicho internacional como delito penal internacional. Pero una cuestión técnica específica de penal internacional y de cómo acontecieron los hechos acá por lo menos a la fecha, eso no quita que nosotros no podamos observar términos sociológicos y jurídicos, si se quiere, que hubo prácticas concretas en nuestro país de querer excluir y asesinar, aniquilar, perseguir por ideología política que es uno de los causales como práctica y son delitos cometidos en el marco de un ataque sistemático a la población civil con participación de fuerzas del Estado.

Creo que por su tolerancia es más bien semántica la discusión, hay represores en un sentido genérico de la palabra que después la sociedad, la cultura sobre todo en esta parte del mundo, la vamos nombrando como personas que ejercieron represión ilegal en este caso clandestina, sistemática, generalizada y que además de delitos de lesa humanidad se observaron prácticas genocidas.

C- ¿Creés que desde que la Libertad Avanza es gobierno hay como una narrativa que en este caso como el de Capitan que habita en una residencia de personas mayores y no en una cárcel, avala cierto discurso negacionista y genera un retroceso para lo que son los juicios de lesa humanidad de nuestro país?

VGS- Lo primero que hay que aclarar es que el llevar adelante investigaciones vinculadas a delitos de este tipo y su posterior juzgamiento corresponde siempre a la prueba y la reparación a las víctimas desde lo que es la respuesta de justicia como reparaciones en el movimiento de memoria y reparaciones en general integrales investigando, juzgando, sancionando y reparando en materia de derechos de lesa humanidad. Es una obligación del derecho y de los derechos humanos a los que nosotros como país estamos inmersos donde no hemos comprometido y hemos aceptado competencias contenciosas como por ejemplo la Corte Interamericana de Derechos Humanos. No es una opción no juzgar, no investigar, no es una opción amnistía, indultar en este tipo de casos, no es una opción porque el Derecho Penal Internacional lo prohíbe 

No se puede hacer borrón y cuenta nueva frente a las apropiaciones de niños, desapariciones forzadas de personas, tortura a niveles que creo que la Inquisición, la implementación de los secuestros, los abusos sexuales contra mujeres y niñas y diversidades. Entonces tenemos realmente causas comunes que se van a encontrar, de hecho, Tucumán tiene la fosa común descubierta fuera de nuestro cementerio, la más grande de Sudamérica, es el pozo de Valga que se conoce acá donde hemos encontrado restos de más de 150 personas de las cuales tenemos identificadas a la fecha 119.

Es evidente que se requieren más campañas, todavía seguimos buscando a través de las investigaciones y de distintas luchas principalmente desde los organismos de Derechos Humanos nietos, nietas y desaparecidos. Entonces ese nivel de organización criminal no es solamente un delito contra tal persona que está desaparecida o tal persona que está apropiada y su familia, sino que es un delito contra toda la sociedad y en ese marco es que no se puede pensar más allá de los discursos que haya hoy en Argentina.

 

Narrar, ante los sistemas de crueldad, narrar

Amo y señor de la vida y la muerte, hay un pueblo que espía, vigila, sí vigila. Repara, enciende, camina, manifiesta, arremete, ajusticia, narra, milita, siembra, construye, enreda, traza. A pesar de la condena, Capitan, como tantos otros debe haber creído que seguía gozando de los beneficios de la impunidad con la que se manejó tanto tiempo. Por suerte, los hechos lo contradicen. Si hay desaparecidas hay desaparecedores. Los sistemas de crueldad en esta región son matemática pura para matar, callar, silenciar o desaparecer una vida. Aprendimos en la calle que operan como un martillo que golpea la bala y la bala sale con la fidelidad de una máquina. También aprendimos que la crueldad se extiende sobre las vidas de la gente de disímiles maneras: ocupando tierras, domesticando a las y los más chicos, persiguiendo a las juventudes, empobreciendo trabajadores, decretando la desigualdad, atacando cuerpos manifestantes a merced de lo que quiere el dictador. El discurso de la dictadura es matemática amenazante y lo aprendimos. También estudiamos como dijeron las madres que si hay desaparecidos hay desaparecedores y fue Rodolfo Walsh quien nos develó a través del periodismo, una forma efectiva para dar a conocer los hechos anulados, de modo que su escritura se convirtió en sí misma en prueba de lo que devela.

Teresita Soria fue desaparecida en 1977 por el Terrorismo de Estado y Jorge Capitán es un desaparecedor acusado de delitos de lesa humanidad.  Es justicia narrar la voz sofocada de una parte del conjunto social víctima de la violencia y el terror del estado. Si hay desaparecidos hay desaparecedores.

 

 

∆ {Curaduría por Equipo Circular}

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