Hasta siempre, Antonio Gasalla

Gasalla salía por la TV Pública, lo veía todo el mundo. Crecer frente a un televisor en la década del ’80 era tener como referencia a este tipo que te hacía reír de maneras tan transgresoras y bizarras. Antonio no sólo era un buen comediante, también fue un excelente escritor de comedia, algo que es sumamente difícil. Eran otras épocas, se podía putear en televisión sin que los anunciantes corran espantados por miedo a que caigan sus ventas. Y Gasalla puteaba de lo lindo, pronunciaba la palabra “mierda” como ninguno. Con una erre bien marcada, así como le gustaba al negro Fontanarrosa.

Estábamos viendo algo único pero tal vez muchos no lo supimos en aquel momento. Hoy lo veo desde una óptica distinta, entendiendo que Antonio nos hablaba al corazón, buscando despertarnos de la locura que fueron los ochenta y noventa. Sus personajes femeninos eran mucho más que un tipo con ropas de mujer. Antonio Gasalla fue un varón que se metió en la piel de la mujer argentina, trabajadora, pobre, desgraciada, explotada e incluso la madre en silla de ruedas que pedía la boleta para votar a Aramburu o Manrique, porque el fascismo nunca pasa de moda (si lo sabremos hoy).

Lo revolucionario y contracultural también estaba atravesado por lo sexual, metiendo gomaespuma en un vestido corto estampado con pintas de leopardo para que la entrevistadora luciera con más kilos y frotarse de manera provocativa en el invitado. Sus preguntas eran directas, zarpadas, con alto contenido erótico, pero sin olvidarse del humor. Con eso crecimos, el destape post dictadura, personajes exagerados, gritos, puteadas, descontrol, sexualidad latente, pero sobre todo muchas risas.

La censura actual a las diversidades y el miedo diseminado por los defensores de la “familia tradicional” no tienen ni un gramo del talento y el carisma de Antonio. Aquellos dicen que por mirar diversidades en la tele nos vamos a volver maricas. Pero ignoran que esta Generación X creció viendo a grandes artistas de todas las orientaciones sexuales habidas y por haber. Que defendemos el arte porque es parte de nuestro ser. Yo tenía ocho o nueve años cuando empecé a ver a Gasalla y a decir verdad, jamás se me ocurrió cuestionar la sexualidad de este tipo, porque los genios están más allá del miedo, el odio y la crueldad.

Chau, Antonio. Gracias por darme tanta alegría.

Ya me voy para atrás, ya me voy para atrás.

∆ {Curaduría por Equipo Circular}