lunes, 17 de marzo de 2025
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La violencia que nos rodea

Peor es tener una bandera con la cara de Alberto Fernández.

[Por qué los feminismos van a salvar al mundo]

•×Circular y Clara Chauvín*

© Fotos Circular

 

La denuncia por violencia de género de Fabiola Yáñez al ex presidente Alberto Fernández, decepción histórica mediante, trae algo que desde los feminismos no es una novedad, golpean los padres, los novios, los primos, te violenta un abuelo o un chongx casual. También un presidente.  La violencia machista existe, es estructural y cultural. Y el patriarcado, está en todos lados, también en la Casa Rosada ayer y hoy, cualquiera sea su ideología. 

Claro que estas noticias van a ser aprovechadas por los sectores antiderechos y libertarios que nos tiran por la cara `¿y ahora qué van decir las feminazis?´ Las respuestas ante la Justicia las tiene que dar el violento, no la red que sostiene a la víctima. La realidad en la que vivimos, no deja exento a un varón ex mandatario aunque durante su gestión de gobierno se hayan promovido políticas públicas que buscaron garantizar mayores derechos para mujeres y disidencias. Ése, queridos, no es el punto. El tanque de políticas feministas que llegó al Estado al calor de la  lucha en las calles, se tejió a lo largo de décadas con las narrativas, experiencias y teorías necesarias de los feminismos populares, culturales, de las mujeres, por el Aborto, los feminismos plurinacionales, de la diversidad, y de las disca, por enumerar algunas de las grandes gestas que tiene nuestro país. El marco de posibilidad es que un montón de caídos del catre digan que tenemos que hacernos cargo de los violentos, porque una ex primera dama denuncia a su pareja, un ex mandatario, cuando lo venimos haciendo hace años. Somos nosotras quienes sufrimos la violencia. Y si esto sirve para anoticiar que la violencia de género existe en los lugares de poder porque todos los casos anteriores que tuvo nuestro país, no fueron suficientes, bienvenidxs y toménlo, porque por algún lugar se empieza.

Clara Chauvín comparte un fragmento de su libro Palabras situadas para decir que el devenir feminista es una transformación personal que sólo ocurre cuando sentís que lo propio forma parte de algo colectivo.

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Decir “El Estado es responsable”, como se hace en cada nueva movilización, es entender lo estructural del machismo y las desigualdades. Cualquier aparente cambio impulsado desde los poderes e instituciones suele resultar meramente estético. La creación del Ministerio no detuvo las violencias ya que si observamos los números de femicidios desde el primer Ni Una Menos en 2015 hasta 2022, la estadística de asesinadas por razones de género se mantienen en las mismas cifras. Detener y erradicar la violencia machista, en todas sus formas y expresiones, no puede ser responsabilidad exclusiva de un único ministerio. Debe existir una voluntad real de crear políticas públicas transversales a todas las áreas de gobierno y que sean dirigidas a las instituciones responsables de los cuidados, la protección y la educación de la población en general (y de mujeres y disidencias en particular); para que a esta altura no nos estemos preguntando, por ejemplo, dónde está Tehuel De la Torre, el joven trans de 22 años desaparecido desde el 11 de marzo de 2021 cuando fue a una entrevista de trabajo. Es inconcebible que el Estado siga sin tomar acciones concretas. Nuestros reclamos no pueden disolverse en la burocracia estatal.

La historia nos ha enseñado que las verdaderas transformaciones se generan en los movimientos de masas, en la organización popular y no desde los Estados quienes son, muchas veces, los que buscan anular o vaciar esas luchas para sostener un status quo que necesita de poderosos y oprimidos. La aprobación de la Ley de IVE no fue posible por la bondad de un gobierno o de un grupo de diputados y diputadas, creer eso sería extremadamente ingenuo como también bastardear décadas de activismo transversal y federal. Además, la misma aprobación de una ley no es sinónimo de un derecho garantizado ya que necesita de reglamentación y seguimiento para su correcta aplicación, sabiendo también que habrá sectores que atenten contra ella y busquen perjudicar a quienes son amparades por dicha ley. En diciembre de 2022, exactamente dos años después de la aprobación de la IVE, integrantes de la red nacional Socorristas en Red[1] fueron detenidas en Villa María, Córdoba, acusadas de “ejercicio ilegal de la medicina” y “encubrimiento” por haber brindado información y acompañamiento a personas que querían interrumpir sus embarazos, luego de una presunta denuncia anónima  que dio lugar a una investigación del Ministerio Público Fiscal local. El repudio por parte de los feminismos y organismos de derechos humanos fue contundente y después de cuatro días fueron liberadas. Unos días después, a comienzos de enero de 2023 en la localidad de Garibaldi, Santa Fe, una niña de 12 años que había pedido abortar el embrión producto de los abusos de su padre, fue captada junto a su madre por parte de la ONG católica Grávida, manteniéndolas cautivas por 24 horas para impedir la interrupción del embarazo que ya estaba programada en el Hospital Iturraspe.

El movimiento de los feminismos, dice la filósofa Danila Suárez Tomé, debe seguir sosteniendo “la tensión entre el activismo territorial y el feminismo institucional, porque ahí es donde vamos a estar exigiendo que sigan con la agenda que se pudo consensuar en las calles. Es un desafío porque no podemos esperar que todo provenga del Estado hacia abajo. El Estado no hace a la cultura, no hace a nuestra sociabilidad y todo esto tiene que ver con las múltiples transformaciones y modos de activismos y militancia que tenemos las feministas, desde lo más micro hasta lo más macro[2]”.

Es un gran paso hacia adelante haber logrado ocupar espacios de decisión, pero la lucha no se agota aquí. En el mientras tanto, se deben continuar sosteniendo e impulsando las redes a nivel subterráneo, por fuera de las estructuras del poder patriarcal de los Estados, la Iglesia Católica, el capital corporativo o los grandes grupos mediáticos. Así como las Madres de Plaza de Mayo se unieron para ocupar el espacio público exigiendo la aparición con vida de sus hijos e hijas desaparecides, Segato habla de “buscar inspiración en la experiencia comunitaria”[3] y recupera las relaciones de cercanía que fueron centrales en la historia de las mujeres. Es decir, construir “otra manera de hacer política, una política de los vínculos, una gestión vincular, de cercanías, y no de distancias protocolares y de abstracción burocrática[4]”. 

El resurgimiento en distintas partes del mundo de las expresiones de odio de extrema derecha, que “representan una especie de retroceso a los estilos patriarcales más antiguos, a unas versiones premodernas de la masculinidad[5]”, desafía a seguir pensándonos colectivamente para dar la batalla cultural. Mientras habitamos tiempos de transición y hasta de cierta incertidumbre sobre el futuro, donde los avances a nivel social se chocan constantemente con viejas ideas, sumado a las consecuencias que nos dejó la pandemia por Covid-19, la crisis económica, política y ambiental a nivel global, nos empecinamos a no dejar de perseguir esos futuros deseados de igualdad, equidad y justicia social. Porque esta lucha por la ampliación de derechos no comenzó con nosotres, tenemos sobre nuestros hombros una enorme herencia de resistencias en toda Latinoamérica, las cuales forman parte de nuestra genealogía como territorio colonizado y racializado. Esa herencia y esa historia en nuestra memoria nos marcan el camino.

No podemos ignorar que desde los feminismos ya no estamos viviendo la misma efervescencia que hubo entre 2015 y 2018 donde todo parecía posible. Como en muchas luchas sociales a lo largo del tiempo, se llegan a etapas de meseta y hasta de cierto desdibujamiento donde los debates se banalizan, tendiendo a vaciarlos de un real contenido político. Sin embargo, esto no quita que todavía estemos en una especie de génesis feminista donde seguimos explorando distintos caminos para ir definiendo de a poco las luchas futuras y concentrarnos específicamente en ellas. Porque si todo es feminismo, nada es feminismo y los debates pueden correr el riesgo de quedarse sólo en lo superficial. El feminismo como ejercicio intelectual busca adentrarse en las superficialidades para desmontarlas, no conformarnos sólo con lo aparente.

 

∆ {Curaduría por Equipo Circular}


Clara Chauvín*, periodista y escritora. Fragmento de Palabras Situadas. Escritura, periodismo y devenir feminista

 

Referencias

[1] Socorristas en Red es una articulación de colectivas de Argentina, conformada en 2012, que se dedica a brindar información y acompañamiento a mujeres y personas con capacidad de gestar que deciden interrumpir sus embarazos.

[2] Suárez Tomé, Danila: “Se tiende a repetir el estereotipo de que la filosofía y la ciencia son cosas de varones”. Revista Riberas, 2021. Disponible en: https://riberas.uner.edu.ar/se-tiende-a-repetir-el-estereotipo-de-que-la-filosofia-y-la-ciencia-son-cosas-de-varones/

[3] Segato, Rita Laura. La guerra contra las mujeres. Traficantes de Sueños, 2016.

[4] Segato, Rita Laura. op. cit, p.

[5] Fraser, Nancy.  “Estamos luchando contra el patriarcado pero también contra esos feminismos que nos llevan por el camino equivocado”. Entrevistada por Ana Correa. Infobae, 2021. Disponible en: https://www.infobae.com/cultura/2021/07/12/nancy-fraser-estamos-luchando-contra-el-patriarcado-pero-tambien-contra-esos-feminismos-que-nos-llevan-por-el-camino-equivocado/

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