martes, 2 de julio de 2024
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“La política está fallando en la conexión con la sociedad y con los problemas reales de las personas”

Política, medios y un poquito de autocrítica no viene mal.

•×Andrea Sosa Alfonzo

[Entrevista]

 

 

Luis Alberto Quevedo es sociólogo, investigador y docente de FLACSO y piensa la relación entre política y medios de comunicación. Charlamos con él sobre el escenario electoral nacional, el efecto Milei, el rearmado del peronismo, los rebotes en el debate público y cómo legitimar que existen derechos porque tenemos un Estado presente.

 

¿Cómo surge en este escenario político y mediático un candidato como Javier Milei? 

-El candidato sorpresa de las elecciones 2023 en las PASO, que ha sido Javier Milei, es alguien que construyó su imagen y que hoy continúa acentuándose en los canales de televisión tradicionales del Siglo XX. O sea, Javier Milei es un señor que se viste de traje oscuro con camisa blanca y corbata, parece siempre un señor salido de la City como un ejecutivo que va y se sienta y habla en un canal de televisión. Después ese material junto con otros entramados muy bien pensados para las campañas, Javier Milei aparece en las Redes Sociales, pero lo cierto es que es un señor que forjó su figura en los medios del Siglo XX.  

Durante estos últimos años no ha sido una elección de mucha movilización ¿Quién apuesta a la movilización? Javier Milei fue el ganador de las PASO y lo hizo en algunas provincias con ejemplos dramáticos de cómo cambió la política. En La Pampa Javier Milei fue el candidato a presidente más votado y no tiene ninguna representación local, no tiene lista de legisladores. Sacó el 32% de los votos provinciales sin tener una boleta con  alguien que lo acompañe y sea habitante de La Pampa. ¿Cómo explicamos estos fenómenos? Tampoco militó en La Pampa, no construyó allí una alternativa. En cambio, se construyó en otros lugares: en la televisión, en las Redes Sociales, en algunos medios gráficos, pero en ningún caso lo hizo en términos territoriales.

El día que hizo un acto en la ciudad de Buenos Aires del cierre de campaña había mucha gente, diez mil personas. Pero en la provincia de Buenos Aires lo votaron más de dos millones de personas. ¿Y dónde está la gente movilizada de Milei? No hay movilización ahí, tampoco la hay Juntos por el Cambio ni en Unión por la Patria, aunque haya hecho política territorial.

-¿Y cómo se explica que este fenómeno de Milei con escasos grados de representación política a nivel federal haya pintado a la Argentina de violeta?

– Como soy Sociólogo, empiezo por la sociedad. Creo que a Milei se lo puede analizar de muchas maneras: como un candidato del establishment. ¿Por qué del establishment? Porque el discurso que tiene es un discurso de un liberalismo del Siglo XIX antiestatal, antipolítico que al establishment económico, financiero y de la globalización le viene bien. Sin embargo, no es del establishment porque es un señor muy peligroso para este sector que quiere que haya un país que se gobierne, que se controle, donde sus otras variables estén consideradas.

¿Es un candidato de la superestructura? Esto no me queda tan claro porque no es un señor que haya tenido grandes apoyos de organizaciones empresarias y otras. ¿Quién apoyó a Milei institucionalmente? En la sociedad lo que está ocurriendo es la falta de un discurso que contemple los cambios en la estructura social y laboral de la Argentina. La Argentina de hace 40 años, para tomar 1983, tenía una estructura social y productiva más ligada al trabajo formal, a la fábrica, a los sindicatos, donde las personas tenían una relación laboral de dependencia con jubilación, obra social y que se sindicalizaban. Ese trabajador,  que yo denomino el trabajador peronista, porque fue el trabajador que el peronismo más construyó integrado a un sistema productivo, con instituciones, entendiendo a la jubilación como una institución, a las vacaciones como otra institución, al aporte patronal para la seguridad social como otra institución, a los hoteles sindicales, etc. Eso que se forjó durante tantos años, desde los ´40 hasta los ´70, hoy no está. La población económicamente activa tiene a ese conjunto de trabajadores como minoritarios. La mayor parte de los trabajadores, lo hace como monotributista o en la informalidad, lo que se llama economía social o economía informal. Entonces tenemos repartidores de Rappi, choferes de Uber, cartoneros, las personas que trabajan en los call center, en las empresas de reparto, la gente que trabaja como monotributista en los municipios, y muchísimos otros oficios. El monotributista es alguien que se las arregla como puede. Casi nueve millones de trabajadores/as en la Argentina que cuando se les dice que van a perder derechos, se preguntarían ¿cuáles? No están incluidos en el trabajo tradicional o formal, la yugan todo el día, trabajan doce horas y apenas llegan a fin de mes ¿Y me dicen que voy a perder derechos? Yo quiero que rompan todo. Dicho un poco esquemáticamente Milei les habló a ellos, y  si miramos la estructura del voto que tuvo en los grandes conglomerados fue un voto urbano, joven, masculino y de los sectores más marginados de la sociedad. ¿Cómo puede ser que en las provincias donde se votó a candidatos del peronismo y a candidatos del radicalismo que van por Juntos por el Cambio, haya ganado Milei a presidente? ¿Por qué no retuvieron ese voto? Bueno la respuesta puede estar en que esos ciudadanos y ciudadanas pueden ser votantes locales con un razonamiento que opera sobre querer que siga el intendente o el gobernador, pero cuando piensan a nivel nacional quieren que no sea ninguna de las dos fuerzas que gobernaron los últimos ocho años. 

-¿Cómo se rearma el peronismo frente a esta encrucijada? ¿Cuáles crees que son esas dificultades que hubo entre la agenda política y la agenda de las militancias, por ejemplo, que vimos en el último año? Hubo un desfasaje importante entre las demandas de los territorios y las agendas que planteó la superestructura. 

-Uno de los problemas del trabajo territorial pensado desde la tradición peronista, es que tenés que llegar a los barrios y a la gente, más con soluciones a sus dramas cotidianos que con ideología. Es muy difícil hacer trabajo territorial simplemente diciéndoles que tenemos que prevenirnos que la derecha nos va a quitar cosas. Eso no es eficiente, porque el drama que viven los sectores populares es no llegar a fin de mes, no poder pagar la garrafa de gas, no tener una buena escuela, no tener servicios de salud pública en la salita y tener que esperar tres meses para que los atienda un dentista, no poder llevar a sus hijos a un control, tener problemas para que la comida alcance hasta fin de mes. Esos son los dramas, se hace política territorial resolviendo los problemas de la gente y en esto son muy importantes los trabajos municipales, los intendentes y la gente que trabaja y vive en los barrios. El peronismo siempre tuvo para eso una política, pero en estos años no ha habido esa sensibilidad. La fórmula Fernández-Fernández no mostró esa sensibilidad de llegar a los problemas reales de la gente en los barrios. Y esa es la cuota de tradición peronista que no estuvo presente. Incluso el candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, fue alguien que tuvo mucho más un discurso para la estructura, para las grandes instituciones, sobre los problemas del FMI, el déficit fiscal, cómo hacemos las grandes inversiones con el gasoducto para el futuro de la Argentina, cómo pensamos el litio, que para los problemas de la sociedad. `Yo entiendo todo, pero si no le puedo dar a comer a mis hijos después del día 20, necesito un discurso que tenga que ver conmigo´. Esto es un dato que el peronismo nunca olvidó y sin embargo en estas elecciones, está bastante ausente.

Si uno se pregunta si hay posibilidades de que haya otra militancia, habría que preguntarse si hay posibilidad de que haya otra política. Sergio Massa,  mostró cierta audacia frente al FMI, en ir a China y lograr renovar el swap de monedas con ese país, en ir a Qatar y pedir que este país pague los vencimientos de deuda al FMI con un crédito solicitado, pero todo esto es superestructura. ¿Y la calle, y la plaza? En eso no hay una política audaz. Por ejemplo, un drama nacional es la vivienda donde los jóvenes tienen tres problemas: acceder a una vivienda (imposible), alquilar una vivienda (muy difícil) y soñar que dentro de diez años pueden tener una vivienda (no hay ilusión) simplemente porque no hay ninguna realidad posible que plantee `si yo ahorro, o ingreso a un crédito y hago esto o lo otro´. No hay ilusiones en ese mundo y es muy difícil un futuro sin que los jóvenes digan `yo no voy a tener nunca un buen trabajo ni voy a tener vivienda´ porque la síntesis es “que alguien rompa todo”.  

 

 

-Me interesa pensar entonces, ¿en qué lugares la ciudadanía puede dar hoy la discusión política y poner a circular la palabra, más allá de la ocupación del espacio público, si es que aún podemos pensar esa tradición argentina para politizar la agenda social y pública? 

-Si continuamos en el análisis de los medios del Siglo XX debería decir que ese espacio no es en la televisión, porque se ha partidizado mucho y lo que ingresa y circula está controlado por los propios medios. No hay un random de quiénes hablan, opinan o de ciudadanías con una palabra independiente de la línea editorial del medio. Menos aún, ese espacio podría ser la prensa gráfica, que ha desaparecido toda objetividad en ese sentido. En cambio, en las radios creo que sí queda algo de esa posibilidad, ya que si bien la participación de los oyentes está filtrada, hay una opinión con debate. La radio que había sido declarada muerta hace muchos años, es un medio muy vivo y muy activo que sigue manteniendo un vínculo de intimidad con sus oyentes y audiencias.

El único lugar del entramado de medios donde uno puede decir que efectivamente hay una participación ciudadana de otro orden, es en las Redes Sociales. Lo que ocurre allí es que también tienen su gramática y su sintaxis, es decir, unas formas de escritura y de expresión propias. Por lo tanto, hay que entender que cada una de las redes tiene un lenguaje particular, entonces no son un ámbito de la libertad. En primer lugar, es un enorme territorio de operaciones políticas porque hay mucha inversión, sobre todo en épocas electorales, de los candidatos de los partidos para manejar lo que es la irrupción en las redes. Hay empresas que producen y venden lo que se llama las granjas que son grupos de falsos usuarios capaces de incidir en los debates, de ingresar una discusión allí dónde no los llaman, para ubicar la palabra orientada de un candidato. Al lado de esto, hay millones de personas comunes y corrientes que participan de las redes. Lo que ocurre es que tienen un funcionamiento del cual es muy difícil escapar. Por ejemplo, una de las redes más populares en Argentina, a la vieja usanza que es Twitter (ahora X) también tiene una forma de escritura muy particular, no sólo por la extensión sino también por cómo se dicen las cosas allí. Es una red social de opiniones fuertes y de odio, se opina precipitando la última palabra que puedo enunciar sobre algo, es poco argumentativa y tiene muy poco espacio para la reflexión. En relación con la reflexión son los grupos los que habilitan espacios en las redes, y en eso tal vez WhatsApp si es que podemos entenderla como una red social, funcione mejor. Mientras que Instagram, no ha sido colonizada por la política. Se trata de una red del deber ser. Es aspiracional en términos de cómo quiero que sea el mundo. Pero el mundo no es la violencia del lenguaje político que vemos en Twitter. Facebook está en decadencia, pero sin embargo, para la política sigue funcionando.

Creo que la gran irrupción en los últimos años fue Tiktok. Esta red creó un ciudadano más activo que incluye cosas como el humor. En la política el humor es muy importante y en esta campaña ha habido poco. Uno de los escasos lugares del humor político exitoso fue Fábrica de Jingles (un segmento del Stream Somos Gelatina) que armó el grupo que lidera Pedro Rosenbland, para meter humor y distender. La ciudadanía agradece eso porque la política no puede ser todo el dramatismo del Fondo Monetario Internacional, del hambre o de la violencia que proponen algunos candidatos. El lenguaje del humor entra por Tiktok, ahí los ciudadanos se sueltan un poco más, y se pueden despartidizar. Hay muchísima dificultad para los/las ciudadanos/as en decodificar quién es el verdadero participante al que no le pagan para decir que un restorán es rico y lindo. O que un candidato es bueno y otro es malo. Sin embargo, tiene más participación ciudadana que en otras redes.

¿Pero dónde hay participación ciudadana? Debería decir que esto ocurre en muy pocos lugares: algo en las redes, muy poco en los medios tradicionales y escasamente en las calles. La ciudadanía está arrinconada a no participar o a participar en esos lugares tan ambiguos que son las Redes.

-Con el resultado de las PASO que marcó un escenario electoral de tres tercios y la mirada de algunos políticos como Cristina Kirchner vaticinando que el desafío iba a estar en alcanzar los pisos.  ¿Cuál es el ciclo político que se abre en la Argentina?

-Empiezo por los tres tercios que señaló Cristina Kirchner. Ella hizo una muy buena evaluación política sobre un escenario electoral de tres tercios. Hasta antes del voto a Milei, no se pensaba que él constituía un tercio, si lo pensamos en términos parejos. Si Juntos por el Cambio tenía  un 35/38% y Unión por la Patria, alcanzaba el 34/35%, Milei aparecía con un 15% restante. Esos eran tres tercios desiguales. En cambio, en las PASO los tres tercios fueron iguales. Y Cristina tenía razón cuando dijo que el problema es el piso y no el techo, porque el piso es lo que me permite ingresar al ballotage. Hay una disputa muy grande por cuál de esos tercios va a ingresar al ballotage y aún hoy no se sabe. Excelente diagnóstico, pero cuál ha sido la política de Cristina Kirchner. Ella es Vicepresidenta de la Nación y es sin dudas, la que mayor votos aporta a Unión por la Patria, y es la dirigente política tal vez más importante del peronismo de hoy. Sin embargo, si pensamos su aporte a la campaña, ha estado muy ausente. El peronismo ha estado más en el Palacio que en la calle, y eso es serio para el peronismo. En Juntos por el Cambio también ocurrió esto, fueron todas disputas de dirigentes y no de agendas. Nadie discute cómo resolvemos los problemas, sino que el problema es quién gana la elección. Es decir, se hablaron a ellos mismos. Por ejemplo, Rodríguez Larreta, quien hace un año creía que era naturalmente Presidente de la Nación, perdió la ciudad de Buenos Aires, perdió al Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires apostando a Lousteau y ganó el ballotage Jorge Macri, perdió la provincia de Buenos Aires con su candidato Santilli y perdió a nivel nacional. Es decir, un dirigente que se quedó sin nada. Y del otro lado Patricia Bullrich, la topadora que iba a arrasar con todo, sacó el 17% de los votos mientras que Millei la duplicó. Y eso que tanto Larreta como Bullrich tenían todo el aparato de macrismo detrás.

-¿Conclusión? 

-Que en estas elecciones fueron muy derrotados tanto la oposición como el Gobierno nacional. Ninguno encantó a la ciudadanía, sacaron lo justo para decir que hay tres tercios. Creo que lo que está fallando fundamentalmente, es la conexión con la sociedad, con los problemas reales de las personas.

 

Medios, comunicación y política

 

-Hagamos un repaso de cómo se transformó el ecosistema de medios en las últimas décadas, pero sobre todo nos interesa saber ¿cuáles son las transformaciones que encontrás en el vínculo entre medios de comunicación y disputa política?

-En los cuarenta años de democracia hubo cambios importantes en el vínculo entre medios de comunicación y política, sobre todo por los cambios que se produjeron en la estructura productiva de los medios de comunicación. Cuando arranca la democracia, allá por 1983, los medios de comunicación no tenían ni la configuración tecnológica, ni de conglomerados de medios, o de participación en la política, que tienen hoy. Eran bastante autónomas las industrias de medios: la radio y la televisión cada uno tenía una lógica propia de funcionamiento, así como los medios gráficos, que eran dominantes respecto de la política. Eran empresas diferentes con dueños que no siempre tenían sus vínculos con la política o con los empresarios, como podemos registrar hoy. Por lo tanto, ese panorama de medios ingresó a un espacio político democrático en lo que fue la disputa de las elecciones del ´83, de una manera muy diferente a cómo juegan hoy los medios. Sin hablar por supuesto del rol de las Redes Sociales, estas recién aparecen en el Siglo XX y estamos situados en el contexto del ´83. En el ´83 los medios eran un escenario donde transcurría la política y tenían una importancia determinante para las agendas, sobre todo en el caso de los medios gráficos. En ese momento, los medios de comunicación tenían la pretensión de manejarse periodísticamente con ciertas condiciones de imparcialidad o con ciertas distancias, respecto de las fuerzas políticas. Más allá de que algunos podíamos intuir a partir de sus formas de editorializar dónde se ubicaban, todavía era un periodismo hecho por periodistas independientes de las corporaciones y de los partidos políticos.

¿Y cuáles fueron los picos de estos cambios?

-Esto cambió mucho y hubo una metamorfosis. En los años 90 surge un gran cambio con el rol de la televisión. En ese momento se habló del nacimiento de la videopolítica. ¿Qué quiere decir esto? Más allá de que la estructura de propiedad de medios cambió mucho porque se privatizaron los canales de televisión y apareció muy fuerte el cable -desde la década de 1980-, las empresas de cable empezaron a ser muy importantes ya que la cobertura nacional de la televisión siempre fue grande. Pensemos que cuando la televisión era por aire en las décadas del ´60 y ´70, la cobertura era baja a nivel nacional. La industria del cable lo que hizo fue expandir la cobertura televisiva, por lo tanto la televisión cambió de manos, se concentró en empresas periodísticas que también tenían radios y medios gráficos, se expandió a nivel territorial nacional y llegó a una cobertura de un 75% de los hogares. Este dato era muy alto en la década del ´90. Pero además se produjo el segundo movimiento político en relación al vínculo entre política y medios, y fue cuando Carlos Menem tomó una decisión de época al definir ser un presidente que se comunicaba con sus electores y con toda la ciudadanía a través de la televisión y no tanto a través de la plaza pública, y de la calle, como había sido la década del ´80. Alfonsín quizás fue el último gran presidente del Siglo XX como un hombre de oratoria, de tribuna y de la plaza pública. Menem cambió la gramática de la política e ingresó a los medios de comunicación. Pero además creó algo que en Argentina no existía aún, que era hacer política sin hablar de política. Algo extraordinario como invento porque ingresaba al espacio televisivo en esos lugares donde la política no transitaba. En esos años había programas políticos y también había programas de cocina, de entretenimiento, de juegos. Él transitó esos otros espacios e hizo política con su imagen sin hablar de política.

Esta estructura cambió muchísimo, y volvió a tener un giro muy importante en el Siglo XXI y los  últimos diez años, con la irrupción de las Redes Sociales que conviven con la prensa gráfica y la televisión, como una gran herramienta de producción de sentido político, pero fuertemente el lugar de las redes Sociales complejizan este panorama. Esto no quiere decir que la irrupción de las Redes Sociales es la forma y el lugar en el cual los y las ciudadanas se hacen una idea de quiénes son los candidatos, cuál es la política que atraen o rechazan. 

En la actualidad, cambió la configuración empresarial con una enorme concentración de medios. Y otra característica que no ocurría en el ´83, es una partidización de todos los medios. Es muy difícil hoy para un ciudadano/ciudadana encontrar un medio de comunicación que no tenga claro cuál es su posicionamiento político frente a los candidatos/as. La Nación+ es una señal de televisión fuertemente partidista que apoya a Juntos por el Cambio y que favoreció mucho a Javier Milei en su creación de imagen, ahí no aparecen otros candidatos o son denostados. Por otro lado, C5N es una señal de televisión que favorece ampliamente a Unión por la Patria y allí tampoco aparecen prácticamente otros candidatos. Es decir la polarización política a nivel partidario, también se ha dado a nivel de los medios de comunicación. Vemos 40 años de una enorme transformación del vínculo entre medios de comunicación y política.

-Pensemos estas cuestiones sobre ciudadanía y debate público, por ejemplo, en el ámbito universitario, que es uno de los espacios que estuvieron en el foco del discurso de Millei. ¿Cuál crees que es el rol que deberían tomar las universidades en este contexto?

-Las universidades tienen un primer rol al cual no debemos renunciar que es el de la producción de conocimiento, de ser lugares de formación, de investigación, y tienen un rol de producción de pensamiento crítico ante la sociedad en distintos ámbitos no solo desde las carreras de ciencias sociales, hoy estamos en un debate tecnológico mundial con el tema de la  inteligencia artificial. Por tanto las universidades tienen algo que decir sobre diversos aspectos. Y son fundamentales para cualquier país en materia de educación, de salud y desarrollo. Y tienen otro rol que es el de ser una caja de resonancia de los problemas públicos, un lugar de debate y por eso, es una parte del espacio público. Y en este punto también me parece que debemos tener una tarea que es la que tradicionalmente ha tenido la universidad desde la Reforma Universitaria hace cien años, que es poner en cuestión el mismo sistema universitario. Pero veo hoy a la universidad a la defensiva, en el sentido de que está tratando de explicar por qué no se pueden perder estas instituciones tal como existen, sobre la agenda que propuso Millei que es sacar la inversión en las universidades públicas para pasarlas a un sistema de vouchers. Esta idea es muy primitiva porque entiende que una universidad pública es una política pública que la tienen que pagar quienes la usan y no todos los ciudadanos. Ese es un debate que la universidad debe dar y trasciende lo partidario. Porque es un debate que habla sobre cómo la producción de conocimiento, la formación de las personas, la oportunidad de desarrollo en la vida de los jóvenes es producto de un sistema universitario que debe brindarse con un acceso irrestricto, universal, de calidad y gratuito. Esto atraviesa el debate sobre un tipo de política pública que distingue a la Argentina de otros países. América Latina no es así.

En Chile hay que endeudarse para ir a la universidad, en Brasil existe un proceso de selección muy grande, en Colombia es muy caro. América Latina no tiene este tipo de sistema universitario, por lo tanto hay que defender el logro de cien años de Reforma donde están involucradas muchas fuerzas políticas. Este proceso de la universidad pública argentina, no es únicamente del peronismo, si bien Perón fue quien estableció la gratuidad en 1949. La Reforma del 18 fue muy importante desde el punto de vista de la transformación de la institución. Su defensa permite entender qué es lo público, porque hay un aplastamiento del Estado como gasto, en cambio el Estado es una inversión en sus propios ciudadanos, el Estado ha mostrado que abriendo universidades donde no las había, hubo más jóvenes con más capacidades para formarse en el mercado de trabajo que es un mercado además, cada día más competitivo y complejo para ingresar en él porque se requieren habilidades específicas. Es necesario legitimar las políticas públicas, legitimar por qué la inversión no es no es un gasto sino un aporte al conocimiento, demostrar que Argentina es pionera en esto, mostrar cómo el CONICET y los institutos de investigación de las universidades no se termina allí son que además son capaces de producir conocimiento para el desarrollo, para el bienestar, para la competitividad de la Argentina. No hay que enfrascarse en la política partidaria porque la universidad tiene mucho que defender. Tiene que ser un discurso más estructurado y que eduque en la importancia del servicio público, gratuito y de calidad para todos y todas las argentinas que pueden ingresar a la escuela primaria, a la escuela secundaria y a la universidad. Éste es el discurso que debe decir y sobre lo que debe trabajar la universidad.  

Luego hay otra tarea, más política, y es que la universidad siempre tuvo política partidaria entonces eso va a estar más asociado a las iniciativas de los partidos de los grupos políticos  para promover las ganas que pueden tener los pibes jóvenes de participar. Es decir, no depende tanto del lugar donde está la universidad, como así de la política que les da una épica,  un discurso que enamora. Esto pasó algunas veces, en el 83, en el kirchnerismo, el radicalismo supo siempre hacer eso. Hay que volver a poner a la universidad en debates que vengan de la política propiamente. Pero si el espacio de la política está reducido a las discusiones entre cuatro paredes de dirigentes, eso no va a derramar y no va a llegar a las universidades. Actualmente, en las universidades hay debate político de baja calidad que es puramente partidario que es colgar un cartel por un candidato, y ése no me parece que sea el mejor camino.

-¿Hay que dotar de nuevos sentidos la idea de Estado para el debate cultural?

-Un primer y grave error en una campaña como ésta sería decir que estamos definiendo el panorama político como de derecha-izquierda o de derecha-centro izquierda. Creo que la derecha tiene una agenda que conecta con temas de la sociedad y esto es así. Por ejemplo, lo veo en este desamparo que mencioné de millones de trabajadores. Ahí la derecha encontró un culpable y es la clase política como quienes viven bien, quienes tienen privilegios, un auto y chofer. La derecha encontró un discurso falso y una mentira. La pregunta es cómo enfrentamos a ese discurso uno que legitime cuál es la importancia del Estado, pero no para decir quiero más derechos, sino para explicar por qué los derechos que existen son sostenidos por un Estado presente porque resultan en una necesidad para millones de argentinos para poder seguir desarrollando sus vidas con dignidad. Por ejemplo lo que hablábamos sobre la universidad, que la clase trabajadora que no pudo ir a la la universidad pueda enviar a sus  hijos/as, es un gran logro. Pero ese logro no va de suyo, por lo tanto hay que decirlo porque esa sí es una política que hay que desarrollar. A la derecha hay que responderle legitimando políticas que ellos han denostado como gasto, que han denostado como el problema, para en cambio decir cómo esas políticas han sido la solución para millones de argentinos y argentinas.

∆ {Curaduría por Equipo Circular}


 

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