Fútbol, cultura, amor y razón
El fútbol no tiene explicación, es un pacto afectivo con la sociedad.
[Entrevista]
•×Germán Arias
© Fotos de Circular
Pablo Alabraces escribe e investiga sobre la cultura popular desde hace muchos años. Cuando lo invitamos a charlar le propusimos hablar de fútbol, de lo que nos pasa a la argentinidad con este deporte y por qué la pasión a veces nos nubla la razón.
Cuando llegamos al hotel donde se hospedaba en Concepción del Uruguay, estaba sentado frente a una computadora terminando parte de lo que serían las líneas de su exposición en el Auditorio Scelzi. Dijo que la última vez que había venido a la ciudad fue en los ochentas y recordaba el balneario Pelay como un sitio veraniego de gran concurrencia, “estaba de moda, no?”, preguntó.
Además de ser Sociólogo y Lic. en Letras, también es autor de numerosos libros e investigador de la cultura popular y la cultura de masas en nuestro país. En ese recorrido dice que siempre intentó comprender y analizar el fútbol desde un punto de vista sociológico. Tras charlar sobre cómo había cambiado la ciudad para tranquilidad de su curiosidad, le tiramos de una que lo primero que queríamos conversar era pensar el fútbol desde la pasión, el amor y el sentimiento por una camiseta. Y en ese análisis, cómo entraba en su rol como pensador la necesidad de someter todo eso a un método racional para comprender y analizar el fútbol como fenómeno cultural. Rápidamente y entre risas dijo si mi respuesta fuera “no” se me acaban de ir treinta años de carrera a la mierda.
Pero Alabarces -como más nos gusta llamarlo- no empezó su carrera como investigador con este propósito. Fue en la cátedra de Eduardo Romano en la UBA, “Seminario de Cultura Popular y Cultura de masas”, que se le ocurrió pensar qué podía interceptar ambos conceptos. Ahí apareció el fútbol.
No empecé con ese presupuesto, era muy joven, más precisamente hace 33 años. Venía trabajando mucho acerca del rock nacional y me interesaba la cultura popular. Cuando comencé a pensar en el fútbol y lo que pasaba con el fútbol, no hice explícita la idea de ´lo voy a objetivar ́ pero el presupuesto era que si lo trabajaba como tema de investigación suponía que debía objetivarlo. El problema era ´el nativo´, yo era futbolero: había jugado, me gustaba, iba a la cancha. Tenía que encontrar una serie de explicaciones que podían ser científicas: la idea de que eran un informante nativo porque conocías el campo, la cultura. Poco a poco comencé a tomar distancia para tratar de explicarlo. A su vez, había poca bibliografía -principalmente provenía de la Antropología- por lo que había que recurrir a materiales que venían de otros lados. Cuando quise acordar ya estaba metido hasta el tuétano.
-¿Y cuándo comenzaste a tener claridad sobre tu intención de investigar el fútbol?
-Hubo dos momentos. Uno, en 1996 cuando viene Eduardo Archetti a Argentina, un grandísimo antropólogo santiagueño, radicado en Noruega, gran inventor de una antropología del fútbol y otras cosas. Estábamos en Buenos Aires haciendo unas jornadas, se viene a comer a casa un domingo para ir a la cancha después. Yo soy hincha de Vélez, que ese día jugaba un último partido contra Independiente, si empataba, salía campeón -era el Vélez de Bianchi, que en ese último partido estaba a cargo de Piazza, pero para esa fecha ambos compartieron el banco-. Son los grandes años de Vélez. El partido estaba muy peleado, muy chivo. Y yo con Eduardo hablando, analizando la tribuna, cuando en un momento le dije: `¿sabés qué Lail? -como le llamábamos a Eduardo- Tengo que sufrir porque estamos por salir campeones´. Ése fue un momento de choque.
El otro, fue dos años después, justamente con Marcelo Bielsa que hizo un campeonato increíble, ganó de punta a punta. Y pierde un sólo partido frente a San Lorenzo en el Amalfitani. Salgo de la cancha amargado como todos, tratando de explicar las razones de mi tristeza, y me dije: `estoy jodido´. Porque lo que ocurría es que estaba tratando de explicar mi propia emotividad, objetivándola. Ahí fue cuando descubrí que la lucha estaba perdida. El trabajo siempre pasa por una oscilación, no dejas de ser nativo-futbolero hasta el momento en que podes parar y verte a vos mismo en esa situación, por ejemplo, corriendo a lo ancho y largo de mi living que no es gran cosa -es un siete por tres- viendo la final de Argentina-Francia. ¿Quién puede ver ese partido con una lejanía y distancia? ¿Acaso un Finlandés? ¿Un checo? Y ni siquiera. Cinco minutos después, me transformo a mí mismo en un observante de mi práctica. ¿Es posible? Sí, y si no lo hacés, sos un mal laburante.
-Decir que el fútbol es un fenómeno mundial de masas es como hablar acerca de una obviedad. Pero si buceamos en las profundidades de su significado podemos vincular lo popular al impacto social que tiene. ¿Por dónde pasa este imaginario de promesa de inclusión que tiene el fútbol y si crees que en el presente sigue funcionado como un aglutinador popular?
-Hay que tener cuidado con esta frase acerca del fútbol como aglutinador popular porque es un fenómeno trans clasista. La palabra popular remite más a lo masivo antes que al verdadero sentido de clase. Ése fue un fenómeno que observé en treinta años de trabajo, el pasaje de un fútbol que se pensaba como popular a un fenómeno que representa a la mercancía más perfecta de la industria global del espectáculo. El fútbol es un commodity, pero cada vez más perfeccionado porque cruza etnias, géneros, geografías, y cruza clases. Hoy el género es una de las dimensiones más atrapantes. Y el único medio que envió una corresponsal mujer al Mundial de Fútbol Femenino fue TN. El resto de las colegas, fue por su cuenta.
¿Qué sigue en pie de esa vieja cuestión del fútbol como aglutinador popular? Sigue funcionando, la expectativa y la salvación. El fútbol como lo es en los Estados Unidos con el básquet, o el béisbol para los latinos, el boxeo en Panamá, siguen siendo un espacio posible de ascenso social. Un ascenso social con sus dificultades y sus cambios. Sin dejar de tener en cuenta cuestiones muy relevantes y que marcan este tipo de cosas como son la alimentación de jóvenes y como luego esto repercute a la hora de alcanzar un nivel, la diferencia notoria con los niños o jóvenes de clase media. Basta con comparar a Messi con Maradona. Esta cuestión insistente de encontrar el origen humilde de Di María, no nos dice que Di María era un hijo de un carbonero, sino que demuestra que los otros 25 no lo son.
-Eduardo Galeano alguna vez dijo: “El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue”. El fútbol como Commodity.
-El uso de la palabra commodity en el fútbol es absolutamente peculiar, dado que combina el espectáculo y el afecto. Quiero evitar una palabra que no me gusta, que es pasión. En cambio, el amor, la dimensión de lo afectivo, combina lo comercial, lo industrial, con lo espectacular, y el desempeño corporal. Teniendo una relación especial con lo afectivo, sin la cual todo esto que mencionaba antes se esfuma, se pierde, hay un real y verdadero contrato emotivo. Si yo no tengo una relación afectiva con Patronato por territorio, por familia, a quién le importa que haya clasificado o no en el Sudamericano.
-Surge la figura de los clubes como condición sine qua non. En el año 2004 fue el estreno de la película Luna de Avellaneda, protagonizada por Ricardo Darín en donde se cuenta la historia de un club de barrio que está a punto de ser convertido en un casino… Allí queda expuesto a las claras lo que significa un club en un país como la Argentina, entrelazando lo deportivo con lo afectivo. Da la casualidad que es el mismo año que nuestro país alcanza el máximo logro deportivo de la historia. Después de 52 años, el fútbol y el básquet obtuvieron la medalla de oro el mismo día en la cita ecuménica deportiva por excelencia, los juegos olímpicos y por esas cosas hermosas del destino en Atenas, Grecia. ¿Qué valor tienen los clubes?
-En el club se produce el primer acercamiento afectivo, dentro del territorio pequeño, el barrio, la ciudad. Y también se produce el primer pasaje de pasar de patear la pelota frente a pared a patear una pelota dentro de una cancha y así los niños y niñas, pueden desplegarse como deportistas. No nos podemos olvidar de que es un deporte: cuerpos, entrenamiento, enseñanza y preparación. Y estas instituciones son claves para que suceda este pasaje. El club es el que condensa el primer universo de lo afectivo y por otro lado, funciona como estructura que incorpora y contiene a los chicos y chicas entusiastas y ganosos, y los transforma en deportistas. Que todo esto sea producido en nuestro país, y aún más increíble a través de la figura jurídica tan insólita como la Asociación Civil Sin Fines de Lucro, que involucra un montón de disciplinas y que además se sustenta por el aporte de los socios, es algo milagroso. Algo que debemos seguir sosteniendo porque es diferenciador y si esto se transforma en algo privado o en una sociedad, se pierde para siempre.
Y cada vez que hay una crisis económica nos preguntamos ¿cómo están los clubes de barrio? Su supervivencia es milagrosa y es estrictamente necesaria.
Estoy convencido de que para llegar a los cinco millones de personas que estuvieron festejando aquel 18 de diciembre de 2022, sin los clubes como mediadores y operadores de este tipo de fenómenos esto no se hubiera producido.
-Podemos decir que el fútbol es la mayor creación cultural de la humanidad…
-Esta afirmación es hermosa y creo que sí. Tiene sus trampas, en el sentido de que al mismo tiempo fue muy claramente una creación masculina. Se peleó para que las mujeres no lo practiquen, entonces esto le agrega un matiz no demasiado elogioso. Sin embargo, es tan potente el fútbol.
Vamos a ponerlo en términos biográficos: el fútbol me tiene harto. Llevo treinta y tres años escribiendo sobre fútbol, hablando y dando clases sobre fútbol. Sin embargo, llega el mundial y decís `Qué pasó acá´. Porque vos sabes que esos treinta años de trabajo te permiten formular respuestas adecuadas a esa pregunta. Y desde lo personal, me dije `Algo va pasar en Nápoles´ y allí me fui. Y resultó que vi a Napoli campeón, festejando a Maradona.
¿A que asistí yo como sujeto futbolero o investigador? Asistí a decenas de millones de personas festejando un campeonato mundial como si fuera lo más importante que les había pasado en sus vidas.
Otro ejemplo muy claro tiene que ver con lo que sucede con el seleccionado de Inglaterra de fútbol, que sólo obtuvo una Copa del Mundo en el año 1966 y que lleva muchísimos años de frustraciones. Pero mirá qué particularidad, el año pasado el seleccionado femenino de fútbol se consagró campeón europeo en la Eurocopa, con setenta y cinco mil (75.000) personas en Wembley. Esto también nos dice que el fútbol es tan rico que permite este desplazamiento, en donde el fútbol de mujeres puede pasar a ser más importante que el fútbol de hombres. Incluso permitiendo que un equipo de mujeres luche por ganar lo mismo que el equipo masculino, como es el caso de la selección nacional de Estados Unidos. Es evidente que no se trata solamente de once personas que corren detrás de una pelota.
-Y si hablamos de lo más reciente. Qatar, Messi, Maradona y Napoli, un cambalache argentino que puede englobar el amor, “La nuestra” y la razón…
-La selección nacional como equipo demostró y dejó en evidencia otra cosa: el pacto afectivo con la sociedad, eso fue lo novedoso. Lo que hizo esta selección, además, con la obtención de la copa, fue permitir que Diego descanse en paz. Y así la sociedad decidió clausurar el culto. Cuando me voy a Nápoles, se da la particularidad de que los napolitanos por el contrario vuelven a fortalecer el culto a Diego. Acá te puedo decir que el fútbol es la creación cultural más relevante de todas, porque le permite a comunidades enteras, que dejaron de ser masculinas, festejar. En Nápoles, pasó exactamente lo mismo una comunidad festejando a pleno.
La Nuestra, es un muy buen mito, y muy bien sostenido en el tiempo. No existe tal cosa sino como un mero aparato discursivo que se inventó hacia 1925 y sirvió para explicar triunfos y derrotas que en realidad no resisten análisis, desde el punto de vista deportivo. En cambio, desde el punto de vista cultural, sociológico, discursivo, lo entendés perfectamente.
Esto me lleva a recordar la charla que tuve con Matías Manna, video analista del cuerpo técnico de Scaloni. Antes del mundial me decía que teníamos que escribir acerca de este tema, porque él me comentaba que con Lionel Scaloni volvió La Nuestra y le dije que no, porque tácticamente, técnicamente hay cosas más lindas, más originales. Y en última instancia, lo que podíamos ver en esa selección es otro mito argentino contaminado del mito uruguayo “el de la garra charrúa” transformado en “el coraje argentino”. Ese viejo mito que decía que “cuando los equipos europeos querían jugar lindo contrataban a un brasileño y cuando querían salir campeones contrataban a un argentino”, el cual es totalmente falso. El claro ejemplo de esto es Ronaldo, el único tipo que yo he visto antes de Messi que puede ganar un partido él sólo. Este equipo lo que descubrió fue otra cosa, y fue el pacto afectivo con toda la sociedad.
¿Entonces decís, qué valor tiene culturalmente todo esto? ¿Qué valor tienen siendo acontecimientos culturales afectivos de semejante magnitud? Sin dudas es importante.
-¿Se juega como se vive o también es otra frase hecha sin sentido?
-Se juega como se quiere, se juega como se desea y fundamentalmente como se puede. El se juega como se vive es otro lugar común porque ¿se juega como se vive quién? Como decía la frase maradoniana se juega en el barrio privado de luz, de agua. ¿Entonces se juega como vive un hombre, una mujer, como vive un niño? Se juega como se desea o como se puede. Y esta última opción es válida porque no todos pueden jugar como quieren. Si quiero ser arquero y mido 1.64, no puedo ser arquero. Y también, por supuesto, se juega como se desea. Aquí aparecen los estilos, como lo que ha hecho Guardiola. Los ingleses jugaban un fútbol violento y de pegarle hacia arriba, hoy hacen culto de la belleza. Son mitos. El fútbol ha cambiado de una manera vertiginosa.
Si deseas mucho y le pones mucho afecto, y el cuerpo te lo permite, podes jugar con cierta inteligencia táctica o podes ser un Maradona. Pero esto es mentira, nadie puede ser un Maradona. Ahí es donde entra a jugar la magia. Maradona fue lo mejor. Hay sujetos y sujetas excepcionales, brillantes, como Marta. Luego, tenés sujetos excepcionalísimos. A lo largo de mi vida, vi jugar a tres: Pelé, Maradona y Messi. ¿Y te preguntas por qué? No tiene explicación. El fútbol es amor y magia.
∆ {Curaduría por Equipo de Circular}